Ártículos Más Recientes

11:02 a.m.
Los israelitas partieron del monte Hor por el camino del Mar Rojo, para bordear el territorio de Edóm. Pero en el camino, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!". Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes". Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le dijo: "Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado". Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado.

11:02 a.m.
Pueblo mío, escucha mi enseñanza, presta atención a las palabras de mi boca: yo voy a recitar un poema, a revelar enigmas del pasado. Cuando los hacía morir, lo buscaban y se volvían a él ansiosamente: recordaban que Dios era su Roca, y el Altísimo, su libertador. Pero lo elogiaban de labios para afuera y mentían con sus lenguas; su corazón no era sincero con él y no eran fieles a su alianza. El Señor, que es compasivo, los perdonaba en lugar de exterminarlos; una y otra vez reprimió su enojo y no dio rienda suelta a su furor.

11:02 a.m.
Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»

11:02 a.m.
    ¡Qué hermoso es el aspecto de la cruz! Su belleza no tiene mezcla de bien ni de mal como antiguamente el árbol en el jardín de Edén. La cruz es toda ella admirable, “hermoso a los ojos y deseable para adquirir sabiduría. (Gn 3,6) Es un árbol que da vida y no muerte, luz y no ceguera. La cruz abre el acceso al Edén, no hace salir de él. Este árbol al que subió Cristo como un rey a su carro de combate, ha sido la perdición del diablo que tenía el poder de la muerte. Ha liberado al género humano de la esclavitud del tirano. Sobre este árbol, el Señor como un guerrero de élite, herido en manos, pies y costado divino, ha curado las cicatrices del pecado, es decir, nuestra naturaleza herida por Satanás.     Después de la muerte en el leño, hemos recobrado la vida gracias a él. Después de haber sido engañados en el leño, por él hemos echado fuera a la serpiente embustera. ¡Qué intercambio tan sorprendente! La vida en lugar de la muerte, la inmortalidad en lugar de la corrupción, la gloria en lugar de la vergüenza. Con razón exclamó Pablo: “Jamás presumo de algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gal 6,14)... Más allá de toda sabiduría, esta sabiduría que ha brotado en la cruz ha convertido en estupidez las pretensiones de la sabiduría de este mundo...(cf Col 1,17ss)     En la cruz la muerte fue aniquilada y Adán devuelto a la vida. Por la cruz, todos los apóstoles han sido glorificados, coronados los mártires, santificados los santos. Por la cruz nos hemos revestido de Cristo y despojado del hombre viejo. (Ef 4,22) Por la cruz hemos sido conducidos como el rebaño de Cristo y hemos sido reunidos en el aprisco del cielo.

11:02 a.m.
En el evangelio, el Señor realizó tres resurrecciones de forma visible y millares de forma invisible… Resucitó a la hija del jefe de la sinagoga (Mc 5,22s)…, al hijo de la viuda de Naim y a Lázaro (Jn 11)... Estas tres clases de muertos corresponden a tres clases de pecadores a los que Cristo resucita también hoy. La hija del jefe de la sinagoga se hallaba muerta dentro de casa… El joven ya no estaba en casa, pero tampoco aún en el sepulcro…; Lázaro había sido sepultado … Hay, pues, personas que tienen el pecado dentro en su corazón, aún no convertido en obra… Ya consintió en su corazón. Tiene el muerto en su interior; aún no lo ha sacado fuera. Y como acontece, conforme a lo que a diario experimentan en sí las personas, a veces, después de oír la palabra de Dios, como si el Señor le dijese: “Levántate”, se condena el haber consentido al pecado y se anhela la salud y la justicia... Hay otros que, después de haber consentido, pasan a la acción; es el caso paralelo a quienes sacan fuera al muerto, para que aparezca a las claras lo que permanecía oculto. ¿Acaso han perdido ya la esperanza estos que pasaron a la acción? ¿No se dijo también al joven: A ti te lo digo, levántate? ¿No fue devuelto también él a su madre? Luego, igualmente, quien cometió una acción pecaminosa, si amonestado y tocado por la palabra de la verdad, se levanta obedeciendo a la palabra de Cristo, vuelve a la vida. Pudo avanzar en el pecado, pero no perecer para siempre. A su vez, quienes a fuerza de obrar mal se ven envueltos en la mala costumbre, de forma que la mala costumbre misma no les deja ver que es un mal, se convierten en defensores de sus malas acciones, se enfurecen cuando se les reprende… Estos, oprimidos por tan malvada costumbre, están como sepultados... El peñasco colocado sobre el sepulcro es la fuerza opresora de la costumbre que oprime al alma y no la deja ni levantarse ni respirar… Oigamos, pues, amadísimos, estas cosas de forma que quienes están vivos sigan viviendo y quienes se hallan muertos recobren la vida… Arrepiéntanse los que resultan muertos… Por tanto, los que tienen vida, manténganla; los que se hallen muertos hagan lo posible para resucitar.

Hermanos Franciscanos

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