
Pueblo mío, escucha mi enseñanza, presta atención a las palabras de mi boca: yo voy a recitar un poema, a revelar enigmas del pasado. Cuando los hacía morir, lo buscaban y se volvían a él ansiosamente: recordaban que Dios era su Roca, y el Altísimo, su libertador. Pero lo elogiaban de labios para afuera y mentían con sus lenguas; su corazón no era sincero con él y no eran fieles a su alianza. El Señor, que es compasivo, los perdonaba en lugar de exterminarlos; una y otra vez reprimió su enojo y no dio rienda suelta a su furor.
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