
El Dios de los dioses, el Señor, habla para convocar a la tierra desde la salida del sol hasta el ocaso. El Señor resplandece desde Sión, que es el dechado de toda hermosura: “Reúnanme a mis amigos, a los que sellaron mi alianza con un sacrificio”. ¡Que el cielo proclame su justicia, porque el Señor es el único Juez! Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza y cumple tus votos al Altísimo; invócame en los momentos de peligro: yo te libraré, y tú me glorificarás”.
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