
Oye la voz de mi plegaria, cuando clamo hacia ti, cuando elevo mis manos hacia tu Santuario. el Señor es mi fuerza y mi escudo, mi corazón confía en él. Mi corazón se alegra porque recibí su ayuda: por eso le daré gracias con mi canto. El Señor es la fuerza de su pueblo, el baluarte de salvación para su Ungido. Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia; apaciéntalos y sé su guía para siempre.
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