
Tú no eres un Dios que ama la maldad; ningún impío será tu huésped, ni los orgullosos podrán resistir delante de tu mirada. Tu detestas a los que hacen el mal y destruyes a los mentirosos. ¡Al hombre sanguinario y traicionero lo abomina el Señor! Así se alegrarán los que en ti se refugian y siempre cantarán jubilosos; tú proteges a los que aman tu Nombre, y ellos se llenarán de gozo.
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