PADRE SANTIAGO MARTIN- HOMILÍA DE HOY DOMINGO 5 DE ENERO DE 2020

_”Verbum Spei”_
_”Palabra de Esperanza”_
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*La Epifanía del Señor*
*El Evangelio de hoy*
*Mateo 2, 1-12*
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”.
Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel”.
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo”.
Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
*Reflexión*
La “Epifanía del Señor” se refiere a la manifestación del niño Jesús a los Magos de Oriente, unos personajes no judíos que habían venido de territorios paganos a adorarle y a ofrecerle sus dones: oro, incienso y mirra.
También la Epifanía se ha convertido entre nosotros en la fiesta del regalo; regalemos el don de nuestro amor a todas las personas con las que convivamos, y a todas las personas del mundo, niños, mayores y ancianos.
Para nosotros, los cristianos, Jesús es la estrella que nos guía por los caminos de este mundo hasta el encuentro con el Padre.
En nuestra vida cotidiana, para los niños las primeras estrellas que les alumbran y les guían son sus padres.
La estrella que guió a los Magos les condujo hacia Jesús; nosotros, ¿Hacia dónde guiamos a las personas que buscan en nosotros orientación y guía? La responsabilidad de las estrellas es siempre grande, aún en lo pequeño. Debemos aceptar nuestro papel, y nuestra responsabilidad, de estrellas, sabiendo, eso sí, que como estrellas sólo podemos orientar, no forzar. La estrella aparece para orientar, no para arrastrar. Como la estrella de Belén.
*Oración*
Señor Jesús, que a imitación de los Magos de Oriente vayamos también nosotros a adorarte en tu casa que es el Templo. Qué te llevemos el oro de nuestras ofrendas, el incienso de nuestra oración fervorosa, y la mirra de los sacrificios que hacemos para permanecer fieles a Ti. Amén.
*Acción*
Hoy es día de celebrar en familia nuestra fe en Jesús. Sería bueno que en algún momento del día nos reunamos en familia, y cómo los magos de oriente, hagamos una breve adoración al niño Jesús (recién nacido).
_”Nuntium Verbi Dei”_
_“Mensaje de la palabra de Dios”_
Por: H. Miguel Ángel Pastrana, LC | Fuente: www.somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Heme aquí, Señor, que te vea con el corazón.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo".
Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel".
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: "Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo".
Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Imaginémonos a los tres Magos por un momento. Podemos usar las representaciones tradicionales de Melchor, Gaspar y Baltazar en el camello, el caballo y el elefante. Imaginemos sus diferentes ropajes: Quizá uno era de India, quizá otro de Persia, quizá otro de Babilonia, o vayamos más lejos... ¿Qué tal China? ¿Qué tienen en común estos tres personajes?: Un llamado.
Así mismo hagamos una contemplación. Veámonos a nosotros mismos. Nosotros también tenemos un llamado. Dios nos ha llamado a estar con Él; a encontrarlo en el pesebre; a ser llenados de su amor; y llenarlo de cariño como a un hijo.
Dios es tan grande que puede ser tan pequeño. Es tan pequeño que no quiere que nadie se sienta excluido de poder ir a verlo. Mirémonos y preguntémonos si nos sentimos llamados a encontrarlo. Nadie es digno, pero a Dios eso no le importa. Él viene de todas maneras. El Señor llama desde los confines de la tierra a estos tres magos, te llama a ti y a mí. Cada uno con su historia, con sus pecados y con sus victorias. Preguntémonos que le llevamos al Señor. ¿Estamos mandando sólo nuestro oro, nuestro incienso y nuestra mirra por FedEx®? ¿O vamos en persona a ver al Rey? A Jesús lo único que le importa es poder vernos; nada más.
Pensemos que la Epifanía es hoy. Lo es siempre en la Eucaristía. Dios está allí presente. Dios está presente en cada uno de nuestros corazones. ¡Vamos, a lo profundo del corazón a encontrarlo! Mira que ahí nos espera.
«Caminar, la segunda acción de los Magos, es esencial para encontrar a Jesús. Su estrella, de hecho, requiere la decisión del camino, el esfuerzo diario de la marcha; pide que nos liberemos del peso inútil y de la fastuosidad gravosa, que son un estorbo, y que aceptemos los imprevistos que no aparecen en el mapa de una vida tranquila. Jesús se deja encontrar por quien lo busca, pero para buscarlo hay que moverse, salir. No esperar; arriesgar. No quedarse quieto; avanzar. Jesús es exigente: a quien lo busca, le propone que deje el sillón de las comodidades mundanas y el calor agradable de sus estufas. Seguir a Jesús no es como un protocolo de cortesía que hay que respetar, sino un éxodo que hay que vivir. Dios, que liberó a su pueblo a través de la travesía del éxodo y llamó a nuevos pueblos para que siguieran su estrella, da la libertad y distribuye la alegría siempre y sólo en el camino. En otras palabras, para encontrar a Jesús debemos dejar el miedo a involucrarnos, la satisfacción de sentirse ya al final, la pereza de no pedir ya nada a la vida. Tenemos que arriesgarnos, para encontrarnos sencillamente con un Niño. Pero vale inmensamente la pena, porque encontrando a ese Niño, descubriendo su ternura y su amor, nos encontramos a nosotros mismos».
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Encontraré un momento del día para anunciar, con mi caridad, que Dios vive en mi vida.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.