Ártículos Más Recientes

10:44 a.m.


En aquellos días, los Apóstoles, los presbíteros y la Iglesia entera, decidieron elegir a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, hombres eminentes entre los hermanos, y les encomendaron llevar la siguiente carta: "Los Apóstoles y los presbíteros saludamos fraternalmente a los hermanos de origen pagano, que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia. Habiéndonos enterado de que algunos de los nuestros, sin mandato de nuestra parte, han sembrado entre ustedes la inquietud y provocado el desconcierto, hemos decidido de común acuerdo elegir a unos delegados y enviárselos junto con nuestros queridos Bernabé y Pablo, los cuales han consagrado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Por eso les enviamos a Judas y a Silas, quienes les transmitirán de viva voz este mismo mensaje. El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables, a saber: que se abstengan de la carne inmolada a los ídolos, de la sangre, de la carne de animales muertos sin desangrar y de las uniones ilegales. Harán bien en cumplir todo esto. Adiós". Los delegados, después de ser despedidos, descendieron a Antioquía donde convocaron a la asamblea y le entregaron la carta. Esta fue leída y todos se alegraron por el aliento que les daba.

10:44 a.m.


Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme. Voy a cantar al son de instrumentos: ¡despierta, alma mía! ¡Despierten, arpa y cítara, para que yo despierte a la aurora! Te alabaré en medio de los pueblos, Señor, te cantaré entre las naciones, porque tu misericordia se eleva hasta el cielo y tu fidelidad hasta las nubes. ¡Levántate, Dios, por encima del cielo, y que tu gloria cubra toda la tierra!

10:44 a.m.


Jesús dijo a sus discípulos: «Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»

10:44 a.m.


¡Oh, cuán dichosos y benditos son los que aman a Dios y obran como dice el Señor mismo en el Evangelio: Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón y con toda la mente, y a tu prójimo como a si mismo! Amemos, pues, a Dios y adorémoslo con puro corazón y mente pura... Y amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Y si alguno no quiere amarlos como a sí mismo, al menos no les haga el mal, sino hágales el bien. Mas los que han recibido la potestad de juzgar a otros ejerzan el juicio con misericordia, como ellos mismos desean obtener misericordia del Señor... Tengamos, por lo tanto, caridad y humildad; y hagamos limosna, porque ésta lava las almas de las manchas de los pecados. Los hombres pierden todo lo que dejan en este siglo; pero llevan consigo la recompensa de la caridad y las limosnas que hicieron, por las que recibirán del Señor premio y digna remuneración. Y sobre todos aquellos y aquellas que cumplan estas cosas y perseveren hasta el fin, se posará el Espíritu del Señor y hará en ellos habitación y morada. Y serán hijos del Padre celestial, cuyas obras realizan. Y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo... ¡Oh, cuán glorioso es tener en el cielo un padre santo y grande! ¡Oh, cuán santo es tener un esposo consolador, hermoso y admirable. ¡Oh cuan santo...humilde y pacífico, dulce y amable y más que todas las cosas deseable! El cual dio su vida por sus ovejas y oró al Padre por nosotros, diciendo: Padre Santo, guarda en tu nombre a los que me diste. Padre todos los que me diste en el mundo, tuyos eran y me los diste a mí. Y las palabras que me diste, a ellos se las di; y ellos las recibieron, y conocieron verdaderamente que de ti salí y creyeron que tu me enviaste; ruego por ellos y no por el mundo; bendícelos y conságralos. También yo me consagro por ellos, para que ellos sean consagrados; bendícelos y conságralos. También yo me consagro por ellos, para que ellos sean consagrados. Y quiero, Padre, que donde yo estoy también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria en tu reino. (Referencias bíblicas: Mt 22,37-39; Lc 6,37; Is 11,2; Jn 14,23; Mt 5,45; Mt 12,50; Jn 10,15; Jn 17,6-24)

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