Ártículos Más Recientes

10:44 a.m.


Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo. Algunos miembros de la sinagoga llamada "de los Libertos", como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él. Pero como no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra, Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él. Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios. Entonces exclamó: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios". Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre; y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo. Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: "Señor Jesús, recibe mi espíritu".

10:44 a.m.


Inclina tu oído hacia mí, date prisa en liberarme. Sé para mí una roca de refugio, el recinto amurallado que me salve. inclina tu oído hacia mí y ven pronto a socorrerme. Sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo, porque tú eres mi Roca y mi baluarte: por tu Nombre, guíame y condúceme. Yo pongo mi vida en tus manos: tú me rescatarás, Señor, Dios fiel. Gozaré y me alegraré de tu bondad porque has mirado mi aflicción y comprendido la angustia de mi alma; mi destino está en tus manos.» Líbrame del poder de mis enemigos y de aquellos que me persiguen. Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu misericordia.

10:44 a.m.


Jesús dijo a sus apóstoles: Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.

10:44 a.m.


“Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas” (1P 2,21). ¿Cuál es el ejemplo del Señor que hemos de seguir? ¿El de resucitar a los muertos? ¿El de caminar sobre las aguas? De ninguna manera, el ejemplo a seguir es el de ser suaves y humildes de corazón (Mt 11,29) y el de amar no solamente a los amigos sino incluso a los enemigos (Mt 5,44). “Para que sigáis sus huellas”, escribe san Pedro. El bienaventurado evangelista Juan dice también: “Quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió él” (1Jn 2,6) ¿Cómo lo ha hecho Cristo? En la cruz oró por sus enemigos diciendo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). En efecto, han perdido el sentido y están poseídos de un mal espíritu, y es entonces que nos persiguen, y ellos mismos sufren, de parte del diablo, una persecución aún mayor. Por eso nosotros hemos de orar por su liberación y no por su condenación. Es lo que ha hecho el bienaventurado Esteban, él que fue el primero en seguir tan gloriosamente las huellas de Cristo. Porque, cuando fue apedreado, oró, en pié por él mismo; pero cuando oró por sus enemigos se puso de rodillas y gritó con todas sus fuerzas: “Señor Jesús, no les tengas en cuenta este pecado” (Hch 7,60). Así pues, si pensamos que no podemos imitar a nuestro Señor, al  menos imitemos al que fue su servidor como nosotros.

Hermanos Franciscanos

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