Ártículos Más Recientes

9:39 p.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹

              *”Verbum Spei”*

      _”Palabra de Esperanza”_

https://m.facebook.com/Parroquiasrcalvario

🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸

*33° Miércoles Tiempo Ordinario*

*El Evangelio de hoy*

*Lucas 19, 11-28*
En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, él les dijo esta parábola:

“Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: “Inviertan este dinero mientras regreso”.

Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran: “No queremos que éste sea nuestro rey”.

Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su país, mandó llamar a los empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.

Se presentó el primero y le dijo: “Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas”. Él le contestó: “Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una pequeña cosa, serás gobernador de diez ciudades”.

Se presentó el segundo y le dijo: “Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas”. Y el Señor le respondió: “Tú serás gobernador de cinco ciudades”.

Se presentó el tercero y le dijo: “Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado”. El señor le contestó: “Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno. Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con intereses?”

Después le dijo a los presentes: “Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez”. Le respondieron: “Señor, ya tiene diez monedas”. Él les dijo: “Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia””.

Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos.

*Reflexión:*

Es más cómodo no hacer nada y luego buscar una buena excusa de por qué no hemos hecho nada. Sin embargo, para Jesús esto no funciona. Nos ha dado a cada uno ciertas capacidades para la construcción del Reino, especialmente la gracia, que es a lo que parece referirse la parábola; y debemos ponerlas a trabajar.

Esto puede no ser muy sencillo, incluso puede involucrar riesgos, sin embargo, hay que correrlos. Yo estoy seguro que si el último siervo le hubiera dicho: “señor, puse a trabajar tu dinero, pero me fue mal y no solo lo perdí sino que ahora debes” el Señor lo hubiera amado, y hasta hubiera cubierto la deuda.

No dudemos en poner a trabajar nuestras capacidades para construir un Reino en donde haya más paz, más justicia y más amor. Dios está con nosotros para hacer la parte difícil. ¡Ánimo!

(Evangelización Activa).

*Oración:*

Señor Jesús, enséñame a ser fiel y a multiplicar para el bien los dones con los que has enriquecido mi vida, para poder amar más y mejor a Ti y a todos los demás, especialmente aquellos que están más cercanos y necesitados. Amén.
*Acción:*

Hoy daré gracias a Dios por todos dones y talentos que me ha concedido a lo largo de mi vida y revisaré si no estoy dejando escondido alguno para ponerlo a trabajar.

🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹🔹

      *”Nuntium Verbi Dei”*

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸


11:03 a.m.
También fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey, trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Incomparablemente admirable y digna del más glorioso recuerdo fue aquella madre que, viendo morir a sus siete hijos en un solo día, soportó todo valerosamente, gracias a la esperanza que tenía puesta en el Señor. Llena de nobles sentimientos, exhortaba a cada uno de ellos, hablándoles en su lengua materna. Y animando con un ardor varonil sus reflexiones de mujer, les decía: "Yo no sé cómo ustedes aparecieron en mis entrañas; no fui yo la que les dio el espíritu y la vida ni la que ordenó armoniosamente los miembros de su cuerpo. Pero sé que el Creador del universo, el que plasmó al hombre en su nacimiento y determinó el origen de todas las cosas, les devolverá misericordiosamente el espíritu y la vida, ya que ustedes se olvidan ahora de sí mismos por amor de sus leyes". Antíoco pensó que se estaba burlando de él y sospechó que esas palabras eran un insulto. Como aún vivía el más joven, no sólo trataba de convencerlo con palabras, sino que le prometía con juramentos que lo haría rico y feliz, si abandonaba las tradiciones de sus antepasados. Le aseguraba asimismo que lo haría su Amigo y le confiaría altos cargos. Pero como el joven no le hacía ningún caso, el rey hizo llamar a la madre y le pidió que aconsejara a su hijo, a fin de salvarle la vida. Después de mucho insistir, ella accedió a persuadir a su hijo. Entonces, acercándose a él y burlándose del cruel tirano, le dijo en su lengua materna: "Hijo mío, ten compasión de mí, que te llevé nueve meses en mis entrañas, te amamanté durante tres años y te crié y eduqué, dándote el alimento, hasta la edad que ahora tienes. Yo te suplico, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra, y al ver todo lo que hay en ellos, reconozcas que Dios lo hizo todo de la nada, y que también el género humano fue hecho de la misma manera. No temas a este verdugo: muéstrate más bien digno de tus hermanos y acepta la muerte, para que yo vuelva a encontrarte con ellos en el tiempo de la misericordia". Apenas ella terminó de hablar, el joven dijo: "¿Qué esperan? Yo no obedezco el decreto del rey, sino las prescripciones de la Ley que fue dada a nuestros padres por medio de Moisés. Y tú, que eres el causante de todas las desgracias de los hebreos, no escaparás de las manos de Dios.

11:03 a.m.
Escucha, Señor, mi justa demanda, atiende a mi clamor; presta oído a mi plegaria, porque en mis labios no hay falsedad. Y mis pies se mantuvieron firmes en los caminos señalados: ¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas! Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras. Guárdame como a la niña de tus ojos, escóndeme a la sombra de tus alas, Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro, y al despertar, me saciaré de tu presencia.

11:03 a.m.
Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro. El les dijo: "Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida. Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: 'Háganlas producir hasta que yo vuelva'. Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: 'No queremos que este sea nuestro rey'. Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más'. 'Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades'. Llegó el segundo y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más'. A él también le dijo: 'Tú estarás al frente de cinco ciudades'. Llegó el otro y le dijo: 'Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo. Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado'. El le respondió: 'Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigentes, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré, ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses'. Y dijo a los que estaban allí: 'Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más'. '¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!'. Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene. En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia". Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.

11:03 a.m.
El Verbo del Padre, el Hijo único de Dios, Sol de Justicia (Ml 3:20) es el gran mercader que nos ha dado el precio de la redención. Este es un negocio bastante precioso, que jamás consideraremos suficiente: un Rey, el hijo del Rey supremo, se convirtió en el cambio, adónde el oro pagó el plomo, el justo fue dado por el pecador. Misericordia verdaderamente gratuita, amor perfectamente desinteresado, bondad sorprendente. Negocio completamente desproporcionado adonde el Hijo de Dios es librado para el siervo, el Creador es sacrificado por aquel que lo creó, el Señor es condenado por su esclavo. Oh Cristo, son esas tus obras, tu que has bajado de la claridad del cielo a nuestras tinieblas infernales para iluminar nuestra oscura prisión. Has bajado de la derecha de la divina majestad a nuestra miseria humana, para redimir el género humano; has bajado de la gloria del Padre a la muerte de la cruz, para triunfar sobre la muerte y sobre su autor. Eres el único, y no hay otro como tú que haya atraído por su propia bondad nuestra redención. Que todos los mercaderes de Temán (Ba 3:23) se retiren de este lugar: no son ellos a quienes has escogido, pero a Israel tu amado, tu quien escondes esos misterios a los sabios y a los prudentes, y los revelas a tus pequeños y humildes servidores (Lc 10:21). ¡Señor, con mucho gusto abrazo ese negocio pues allí está mi negocio! porque deseas que me mantenga, recordaré todo lo que has hecho. Haré que ese talento que me has dado fructifique, e iré con un gran gozo ante ti. Dios, haz que puede escuchar entonces estas dulces palabras: « ¡Ánimo siervo bueno! Entra en el gozo de tu Señor » (Mt 25:21).

Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.