Ártículos Más Recientes

11:08 a.m.
Mientras tanto, asumió el poder en Egipto un nuevo rey, que no había conocido a José. El dijo a su pueblo: "El pueblo de los israelitas es más numeroso y fuerte que nosotros. Es preciso tomar precauciones contra él, para impedir que siga multiplicándose. De lo contrario, en caso de guerra se pondrá de parte de nuestros enemigos, combatirá contra nosotros y se irá del país" Entonces los egipcios pusieron a Israel a las órdenes de capataces, para que lo oprimieran con trabajos forzados. Así Israel construyó para el Faraón las ciudades de almacenamiento de Pitóm y Ramsés. Pero a medida que aumentaba la opresión, más se multiplicaba y más se expandía. Esto hizo que la presencia de los israelitas se convirtiera en un motivo de inquietud. Por eso, los egipcios redujeron a los israelitas a la condición de esclavos, y les hicieron insoportable la vida, forzándolos a realizar trabajos extenuantes: la preparación de la arcilla, la fabricación de ladrillos y toda clase de tareas agrícolas. Entonces el Faraón dio esta orden a su pueblo: "Arrojen al Nilo a todos los varones recién nacidos, pero dejen con vida a las niñas".

11:08 a.m.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte – que lo diga Israel – si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando los hombres se alzaron contra nosotros, nos habrían devorado vivos. Cuando ardió su furor contra nosotros, las aguas nos habrían inundado, un torrente nos habría sumergido, nos habrían sumergido las aguas turbulentas. ¡Bendito sea el Señor, que no nos entregó como presa de sus dientes! Nuestra vida se salvó como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió y nosotros escapamos. de la trampa del cazador Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

11:08 a.m.
Jesús dijo a sus apóstoles: "No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo. Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa". Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región.

11:08 a.m.
«Yo era un extranjero, dice Cristo, y me habéis acogido» (Mt 25,35). Y más aún: «Cada vez que lo habéis hecho a uno de estos pequeños, a mí me lo habéis hecho» (Mt 25,40). Puesto que se trata de un creyente y de un hermano, aunque se trate del más pequeño, es Cristo quien entra con él. Abre tu casa, recíbele. «El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá una recompensa de profeta»... Estos son los sentimientos que se deben tener al recibir a un huésped: la complacencia, el gozo, la generosidad. El huésped es siempre tímido y vergonzoso. Si su anfitrión no le recibe con gozo, se retira sintiéndose menospreciado, porque es peor ser recibido medianamente que no ser, en absoluto, recibido. Abre tu casa donde Cristo encuentre alojamiento. Di: «Esta es la habitación de Cristo. Esta es la mansión que le está reservada». Aunque sea muy sencilla, no la va a desdeñar. Cristo está desnudo, extranjero. No le hace falta más que un techo. Por lo menos, dale esto; no seas cruel e inhumano. Tú, que muestras tanto deseo por los bienes materiales, no te quedes frío ante las riquezas del espíritu... Para tu coche tienes un local, ¿y no tendrás ninguno para Cristo vagabundo? Abraham recibió a los huéspedes allí donde él vivía (Gn 18). Su mujer les trató como si fuera la sirvienta, y ellos, los amos. Ni el uno ni la otra sabían que recibían a Cristo, que acogían a ángeles. Si lo hubieran sabido, se hubieran despojado de todo. Nosotros, que sabemos reconocer a Cristo, mostremos aún más prisa que ellos que creían recibir sólo a unos hombres.

11:48 p.m.

Por: H. Cristian Gutiérrez, L.C. | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Creo en Ti, Señor, pero necesito creer más porque a veces hay mucha oscuridad en mi vida. Confío en Ti, pero quiero confiar mejor porque muchas veces dudo de Ti y de tu amor. Te quiero, pero quiero amarte más porque Tú me has amado primero y hasta el extremo. Señor, ayúdame. Enséñame a orar. Te agradezco esta oportunidad de estar en contacto contigo. Perdona mis faltas y pecados y dame la gracia de jamás dejarte solo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 13,1-23

Un día, salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:

"Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino: vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa, pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron sobre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno, otros, sesenta: y otros treinta. El que tenga oídos, que oiga."

Después se le acercaron sus discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en parábolas?". Él les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos, pero a ellos no. Al que tiene se le dará en abundancia; pero al que tiene poco, aún eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo, no ven y oyendo no oyen ni entienden.

En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: Oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán, porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón, Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.

Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron.

Escuchen pues, ustedes, lo que significa la parábola del sembrador.

A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.

Lo sembrado sobre terreno pedregoso, significa al que oye la palabra, y la acepta inmediatamente con alegría, pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.

Lo sembrado entre espinos, representa aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y se queda sin fruto.

En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros el sesenta; y otros, el treinta".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La semilla siempre es del sembrador. La tierra es lo que yo te puedo ofrecer. Bien sabes, Señor, el tipo de tierra que soy. Tal vez soy terreno pedregoso, o llena de espinos, o un simple camino, pero no dejes de lanzar en mí tu semilla porque, incluso en esos campos, puede que algún día crezca lo que sembraste.

Si soy camino, ayúdame a romper el asfalto y buscar la tierra en la que puedas depositar tu semilla. Quiebra el cemento de mi soberbia, de mi orgullo, de mi vanidad. Taladra el egoísmo, la envidia y la pereza. Rompe esa capa de pavimento que se resiste a mostrar la tierra buena que hay en mí; que no se ve, pero que sí está. Por eso te pido que, por más duro que pueda ser mi corazón, no dejes de sembrar en él tu Palabra, porque ella, tarde o temprano, penetrará y, germinando, producirá frutos, así como vemos a veces que en medio de las calles surgen pequeñas plantas, que si dejamos crecer pueden destruir las más resistentes capas de asfalto.

Si soy terreno pedregoso, no te desanimes, Señor. Ayúdame con paciencia a ir sacando poco a poco todas esas piedras que impiden que tu semilla crezca sana y resistente. Ayúdame a recoger la piedra de la ira, del enojo o de la impaciencia. Toma las rocas de mi lujuria, de mi avaricia y aléjalas de mi campo. Ordena las piedras de mis defectos, de mis pecados y debilidades. Ayúdame, incluso, a ir recogiendo esas piedras grandes o pequeñas e irlas poniendo como cerco para custodiar la planta de tu Palabra.

Si soy tierra llena de espinas sigue siempre lanzando tu mensaje. Juntos, Tú y yo podemos ir arrancando esas espinas que ocupan espacio sin producir nada fecundo en mi vida, y que, por el contrario, impiden que tu buena siembra crezca y produzca en mí. Las espinas de mi falsa apariencia, de la búsqueda de recompensa por todo lo que hago, de mis dobles intenciones, de mis chismes, de mis desánimos en la lucha por la santidad. Arranca de raíz las mentiras de mi vida, las imágenes falsas que aparento ante los demás. No permitas, Señor, que todas estas cosas ensucien mi campo y ahoguen tu Palabra.

Si soy tierra buena, ayúdame a no descuidarla y mantenerla siempre disponible para acoger tu Palabra y que siga produciendo frutos abundantes. No permitas que la siembre de espinas, o que la asfalte para resistirme a tus exigencias. No permitas que crezcan en mí las plantas de la soberbia que me pueden hacer creer mejor que los demás por ser campos no tan buenos como yo, o creer que yo mismo he merecido el campo que tengo, o que es toda obra mía el poseer y cultivar un campo así. Por el contrario, que sea tierra rica en virtudes, en actitudes y sentimientos santos que acoja tu semilla y la haga crecer y fructificar según tus designios.

"El camino adecuado es recibir con docilidad la palabra, conocer la palabra y pedir al Espíritu la gracia de hacerla conocer. Y además dar lugar para que esta semilla germine y crezca en aquellas actitudes de bondad, docilidad, benevolencia, paz, caridad, dominio de sí: todo esto que hace el estilo cristiano."
(Homilía de S.S. Francisco, 12 de mayo de 2017, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy buscaré ayudar desinteresadamente a alguien que necesite de mi ayuda.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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