Ártículos Más Recientes

12:08 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
       
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6° Martes Pascua
3 Mayo Santa Cruz
El Evangelio de hoy
Juan 3, 13-17

En aquel tiempo Jesús dijo a Nicodemo: Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por Él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.

Reflexión:
La Cruz es un signo clave para todos los cristianos y para tantos hombres y mujeres de buena voluntad. Es más que un signo, porque encierra un mensaje universal, necesario para los corazones.
“La señal de la Cruz es de alguna forma el compendio de nuestra fe, porque nos dice cuánto nos ha amado Dios; nos dice que, en el mundo, hay un amor más fuerte que la muerte, más fuerte que nuestras debilidades y pecados”
Por eso la Cruz se ha convertido en un símbolo imprescindible. Porque Cristo murió en una Cruz para ofrecer a todos, sin discriminaciones, su Amor, su misericordia, su perdón.
La Cruz nos dice que el amor es más fuerte que el mal, que es posible la salvación.
La invitación de la Virgen María “a todos los hombres de buena voluntad, a todos los que sufren en su corazón o en su cuerpo, a levantar los ojos hacia la Cruz de Jesús para encontrar en ella la fuente de la vida, la fuente de la salvación”
En medio del debate suscitado por algunos que desean quitar cualquier cruz en los lugares públicos (escuelas, tribunales, parlamentos, despachos del gobierno), los creyentes necesitamos descubrir el verdadero significado de ese signo.
Tal vez Dios permite esa fobia, ese deseo de eliminar un signo universal, para sacudir nuestra rutina y para avivar nuestro corazón al contemplar a Jesús, el Inocente, clavado en un madero. Podremos, entonces, gritar y testimoniar, con nuestra vida y con nuestra esperanza, un mensaje que es para todos, que no debemos esconder en las sacristías ni en los hogares.
“Volvamos nuestras miradas hacia Cristo. Él nos hará libres para amar como Él nos ama y para construir un mundo reconciliado. Porque, con esta Cruz, Jesús cargó el peso de todos los sufrimientos e injusticias de nuestra humanidad. Él ha cargado las humillaciones y discriminaciones, las torturas sufridas en numerosas regiones del mundo por muchos hermanos y hermanas nuestros por amor a Cristo”.
(Papa Benedicto VI).

Oración:
Señor Jesús, dame tu gracia para cargar mi cruz con amor y paciencia, contemplándote siempre a Ti, que vas mostrándome el camino que debo seguir. Amén.

Acción:
Hoy participaré en una hora eucarística o haré un acto de adoración a la Santa Cruz.
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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11:39 a.m.
Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano. Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce. Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto. Además, se apareció a Santiago y de nuevo a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto.

11:39 a.m.
El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos; un día transmite al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia. Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz, resuena su eco por toda la tierra y su lenguaje, hasta los confines del mundo. Allí puso una carpa para el sol

11:39 a.m.
Jesús dijo a Tomás: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto". Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre." Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré."

11:39 a.m.
     Jesús dijo: «Si me conocierais a mi, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Ven al hombre Jesucristo. Los apóstoles tienen delante de sus ojos su aspecto exterior, es decir, su naturaleza de hombre, siendo así que Dios, liberado de toda carne no es reconocible en un miserable cuerpo de carne. ¿Cómo es, pues, que conocerle sea conocer también al Padre? Son estas palabras inesperadas las que causan turbación al apóstol Felipe...; la debilidad de su espíritu humano no le permite comprender una afirmación tan extraña... Entonces, con la impetuosidad propia de su familiaridad con Jesús y de su fidelidad de apóstol, interroga a su Maestro: «¡Señor, muéstranos al Padre y nos basta!»... No es que desee contemplar al Padre con sus propios ojos físicos, sino que pide comprender lo que está viendo. Porque viendo al Hijo bajo forma humana, no comprende cómo, por este mero hecho, haya visto al Padre... Y el Señor le responde: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe?»; lo que le reprocha es que todavía ignora quién es él... ¿Por qué no le habían todavía reconocido siendo así que durante tanto tiempo le habían buscado? Es que para reconocerle, era preciso reconocer que la divinidad, la misma naturaleza del Padre, estaba en él. En efecto, todas las obras que había realizado eran las propias de Dios: caminar sobre las aguas, dar órdenes a los vientos, llevar a cabo cosas imposibles de comprender como son, cambiar el agua en vino o multiplicar unos panes..., hacer huir a los demonios, quitar enfermedades, poner remedio a males del cuerpo, enderezar a disminuidos de nacimiento, perdonar los pecados, devolver la vida a los muertos. Esto es lo que había hecho su cuerpo de carne, y todo ello le permitía proclamarse Hijo de Dios. De aquí su reproche y su queja: a través de la realidad misteriosa de su nacimiento humano, no había percibido que era la naturaleza divina la que llevaba a cabo estos milagros a través de esta naturaleza humana asumida por el Hijo.

Hermanos Franciscanos

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