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1:10 a.m.
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                  “Verbum Spei”     
           “Palabra de Esperanza” 
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1° Lunes Tiempo Ordinario
El Evangelio de hoy 
Marcos 1, 14-20

Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios, y decía: «Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio».
Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús.

Reflexión:
Una de las actitudes que han hecho que el cristianismo no haya llegado todavía a todos los corazones, como es el deseo de Dios, es la indecisión en el seguimiento del Señor. Todos estamos muy ocupados con nuestras cosas y nuestros pensamientos. 
Y la verdad, lo que hacemos es importante, sin embargo, cuando el Señor nos llama no hay lugar para las demoras, ni para las excusas. Y este llamado no es sólo al seguimiento apostólico, como sería el caso de los sacerdotes, religiosos o religiosas, sino que es un llamado general para vivir con «prontitud» el mensaje del Evangelio: ¡Ven y sígueme! Será el mismo llamado para todos, apóstoles y laicos.
A la voz del Maestro hay que dejarlo todo y ponerse en camino con él. Pedro, Andrés, Santiago y Juan dejaron «de inmediato» lo que estaban haciendo; y nosotros, ¿cuándo? 
(Evangelización Activa).

Oración:
Señor Jesús, te damos gracias porque constantemente muestras tu amor y poder en nuestra vida diaria, te pedimos que nos ayudes a estar abiertos a tu palabra para hacer siempre tu voluntad y agradarte en nuestro diario vivir, del mismo modo que tú intervienes en todo momento para mostrarnos tu infinito amor. Amén.

Acción:
Dedicaré un momento durante esta noche para descubrir todos los dones que Dios me ha dado y elevaré una sincera acción de gracias.
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            “Nuntium Verbi Dei  
“Mensaje de la palabra de Dios”
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11:14 a.m.
Había un hombre de Ramataim, un sufita de la montaña de Efraím, que se llamaba Elcaná, hijo de Ierojám, hijo de Eliú, hijo de Toju, hijo de Suf, efraimita. El tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra Peniná. Peniná tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno. Este hombre subía cada año desde su ciudad, para adorar y ofrecer sacrificios al Señor en Silo. Allí eran sacerdotes del Señor, Jofni y Pinjás, los dos hijos de Elí. El día en que Elcaná ofrecía su sacrificio, daba a su esposa Peniná, y a todos sus hijos e hijas, porciones de la víctima. Pero a Ana le daba una porción especial, porque la amaba, aunque el Señor la había hecho estéril. Su rival la afligía constantemente para humillarla, porque el Señor la había hecho estéril. Así sucedía año tras año cada vez que ella subía a la Casa del Señor, la otra la afligía de la misma manera. Entonces Ana se ponía a llorar y no quería comer. Pero Elcaná, su marido, le dijo: "Ana, ¿por qué lloras y no quieres comer? ¿Por qué estás triste? ¿No valgo yo para ti más que diez hijos?".

11:14 a.m.
¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis votos al Señor en presencia de todo su pueblo. ¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos! Yo, Señor, soy tu servidor, tu servidor, lo mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. tu servidor, lo mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, e invocaré el nombre del Señor. Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo. en los atrios de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. ¡Aleluya!

11:14 a.m.
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia". Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.

11:14 a.m.
El hombre contemporáneo camina hoy hacia el desarrollo pleno de su personalidad y hacia el descubrimiento y afirmación crecientes de sus derechos. Como a la Iglesia se ha confiado la manifestación del misterio de Dios, que es el fin último del hombre, la Iglesia descubre con ello al hombre el sentido de la propia existencia, es decir, la verdad más profunda acerca del ser humano. Bien sabe la Iglesia que sólo Dios, al que ella sirve, responde a las aspiraciones más profundas del corazón humano, el cual nunca se sacia plenamente con solos los alimentos terrenos. Sabe también que el hombre, atraído  sin cesar por el Espíritu¬ de Dios, nunca jamás será del todo indiferente ante el problema religioso, como los prueban no sólo la experiencia de los siglos pasados, sino también múltiples testimonios de nuestra época. Siempre deseará el hombre saber, al menos confusamente, el sentido de su vida, de su acción y de su muerte. La presencia misma de la Iglesia le recuerda al hombre tales problemas; pero es sólo Dios, quien creó al hombre a su imagen y lo redimió del pecado, el que puede dar respuesta cabal a estas preguntas, y ello por medio de la Revelación en su Hijo, que se hizo hombre. El que sigue a Cristo, Hombre perfecto, se perfecciona cada vez más en su propia dignidad de hombre. El Verbo de Dios, por quien todo fue hecho, se encarnó para que, Hombre perfec¬to, salvara a todos y recapitulara todas las cosas. El Señor es el fin de la historia humana, punto de convergen¬cia hacia el cual tienden los deseos de la historia y de la civilización, centro de la humanidad, gozo del corazón humano y plenitud total de sus aspiraciones.

Hermanos Franciscanos

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