Ártículos Más Recientes

11:08 a.m.
El partió y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que estaba juntando leña. La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme en un jarro un poco de agua para beber". Mientras ella lo iba a buscar, la llamó y le dijo: "Tráeme también en la mano un pedazo de pan". Pero ella respondió: "¡Por la vida del Señor, tu Dios! No tengo pan cocido, sino sólo un puñado de harina en el tarro y un poco de aceite en el frasco. Apenas recoja un manojo de leña, entraré a preparar un pan para mí y para mi hijo; lo comeremos, y luego moriremos". Elías le dijo: "No temas. Ve a hacer lo que has dicho, pero antes prepárame con eso una pequeña galleta y tráemela; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así habla el Señor, el Dios de Israel: El tarro de harina no se agotará ni el frasco de aceite se vaciará, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la superficie del suelo". Ella se fue e hizo lo que le había dicho Elías, y comieron ella, él y su hijo, durante un tiempo. El tarro de harina no se agotó ni se vació el frasco de aceite, conforme a la palabra que había pronunciado el Señor por medio de Elías.

11:08 a.m.
El Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. Abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados, el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados. Da el Señor protección al forastero, y reanima al huérfano y a la viuda, mas desvía el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones.

11:08 a.m.
Cristo, en efecto, no entró en un Santuario erigido por manos humanas -simple figura del auténtico Santuario- sino en el cielo, para presentarse delante de Dios en favor nuestro. Y no entró para ofrecerse así mismo muchas veces, como lo hace el Sumo Sacerdote que penetra cada año en el Santuario con una sangre que no es la suya. Porque en ese caso, hubiera tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. En cambio, ahora él se ha manifestado una sola vez, en la consumación de los tiempos, para abolir el pecado por medio de su Sacrificio. Y así como el destino de los hombres es morir una sola vez, después de lo cual viene el Juicio, así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, aparecerá por segunda vez, ya no en relación con el pecado, sino para salvar a los que lo esperan.

11:08 a.m.
Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad". Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".

11:08 a.m.
    Francisco, pobre y padre de los pobres, quería vivir totalmente como un pobre; sufría si encontraba a alguien más pobre que él, y no por vanidad, sino a causa de la tierna compasión que le producían. No quería para él otro vestido que una túnica áspera y corriente, y a menudo ocurría que la compartía con algún menesteroso. Pero él era un pobre muy rico, porque movido por su gran caridad, a socorrer a los pobres como podía, en los tiempos de mayores fríos se iba a las casas de los ricos de este mundo y les pedía le prestaran una capa o un abrigo. Y esos se los llevaban más rápidamente aun que el tiempo que Francisco había usado para pedirlos. «Los acepto, decía entonces Francisco, con la condición de que no esperéis volverlos a ver». Al primer pobre que encontraba, Francisco, con el corazón festivo, le ofrecía lo que acababa de recibir.     Nada le causaba más pena que ver insultar a un pobre o maldecir a cualquier criatura. Un día, un hermano dejó escapar palabras hirientes contra un pobre que pedía limosna: «¿Acaso no será, le había dicho, que tú, pareciendo pobre eres rico?» Estas palabras le sentaron muy mal a Francisco, el padre de los pobres, y dio una terrible reprimenda al delincuente, después, en presencia del pobre, le ordenó despojarse de sus vestidos, besarle a éste los pies y pedirle perdón. «El que habla mal a un pobre, decía, injuria a Cristo, de quien el pobre es un noble símbolo, puesto que Cristo, por nosotros, en este mundo se hizo pobre» (2Co 8,9).

11:52 p.m.

Por: P. Juan Gralla | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Lucas 16, 9-15
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: Haceos amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de él. Y les dijo: Vosotros sois los que os la dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios.

Oración introductoria
¡Señor, soy un pobre que necesita todo de Ti! Mi apego a lo pasajero, mi soberbia y autosuficiencia me alejan fácilmente del camino a la santidad. Ven e ilumina esta meditación para que sea la fuerza que me lleve a ponerte, ¡siempre!, como Rey y Señor de mi vida.

Petición
Señor, permite que sepa como crecer en la humildad, para poder crecer en el amor.

Meditación del Papa Francisco
Un cristiano que recibe el don de la fe en el Bautismo, pero que no lleva adelante este don por el camino del servicio, se convierte en un cristiano sin fuerza, sin fecundidad. Al final, se convierte en un cristiano para sí mismo, para servirse a sí mismo. Su vida es una vida triste.

El Señor nos dice que el servicio es único, no se pueden servir a dos amos: O Dios o las riquezas. Podemos alejarnos de esta actitud de servicio, primero, por un poco de pereza. Y esta pone tibio el corazón, la pereza te convierte en un cómodo:

La pereza nos aleja del servicio, y nos lleva a la comodidad, al egoísmo. Hay muchos cristianos así... son buenos, van a Misa, pero el servicio hasta aquí… Pero cuando digo servicio, digo todo: servicio a Dios en la adoración, en la oración, en las alabanzas; servicio al prójimo, cuando debo hacerlo; servicio hasta el final, porque Jesús en esto es fuerte: ‘Así también vosotros, cuando hayáis hecho lo que se os ha ordenado, entonces decid somos siervos inútiles’. Servicio gratuito, sin pedir nada.

La otra posibilidad de alejarse de la actitud de servicio es adueñarse un poco de las situaciones. Algo que ha sucedido a los discípulos, a los mismos apóstoles: Alejaban a la gente para que no molestasen a Jesús, pero para estar cómodos ellos. Los discípulos se adueñaban del tiempo del Señor, se adueñaban del poder del Señor: lo querían para su grupito. Se adueñaban de esta actitud de servicio, transformándolo en una estructura de poder. Algo que se entiende viendo las discusiones para ver quién era el más grande entre Santiago y Juan. Y la madre, que va a pedirle al Señor que uno de sus hijos sea el primer ministro y el otro el ministro de economía, con todo el poder en sus manos. Esto sucede también hoy cuando los cristianos se convierten en amos: amos de la fe, amos del Reino, amos de la Salvación. Esta es una tentación para todos los cristianos. Sin embargo, el Señor nos habla de servicio en humildad, servicio en esperanza, y esta es la alegría del cristiano.  (Cf Homilía de S.S. Francisco, 11 de noviembre de 2014, en Santa Marta).

Reflexión
Porque Jesucristo "conoce vuestros corazones", nos advierte de tres peligros muy sutiles que pueden aparecer en la vida espiritual diaria.

"El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho". La ley del amor, que es la que Cristo ha venido a traer al mundo, es la del amor sin medida. En el amor no hay mucho ni poco, o se ama o no se ama. Puede ser que las consecuencias de un acto hecho sin amor sean pequeñas o grandes pero cuando se ha faltado al amor se ha dejado de amar en ese acto concreto.

Si no sabemos usar correctamente las riquezas injustas y ajenas, es decir, todo lo material que es externo a nosotros y por lo tanto no nos pertenece con totalidad, mucho menos seremos capaces de manejar con corrección las riquezas verdaderas y propias, que son las cosas espirituales que en verdad son propias de cada hombre. Del mismo modo quien no ama a los hombres a quienes ve, no puede decir que ama a Dios a quien no ve; si no somos ordenados y justos con las cosas materiales, que vemos, menos lo seremos en las cosas espirituales, que no se ven.

"No podemos servir a Dios y al dinero". El dinero representa el humano interés. Nuestro corazón desea hacer el bien, pero ¿lo hacemos para servir a Dios o a nosotros mismos? Cuando nos ocurre una desgracia fácilmente nos preguntamos: "¿por qué a mí?" ¿No será que durante los momentos de tranquilidad hemos sido buenos por inercia, pero no por amor a Dios, de tal manera que cuando su voluntad contradice la nuestra ya no somos generosos?

Propósito
Pensar que lo importante y lo que vale no es lo material. Donde esta mi tesoro, estará mi corazón.

Diálogo con Cristo
Señor Jesús, sé que mi vida no sirve de nada si no la doy por Ti, pero sabes cuánto me cuesta desprenderme de mi tiempo, de mis gustos y de mis haberes. Ayúdame a tomar una decisión irrevocable, sin tratar de servir a Ti y al mundo. Dándote el primer lugar en mi vida podré servir mejor a mi familia, a mis amigos y a los demás.

 


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