Ártículos Más Recientes

12:52 a.m.


Del santo Evangelio según san Marcos 8, 1-10

Por aquellos días, habiendo de nuevo mucha gente y no teniendo qué comer, llama Jesús a sus discípulos y les dice: «Siento compasión de esta gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Si los despido en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos han venido de lejos». Sus discípulos le respondieron: «¿Cómo podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?» El les preguntaba: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos le respondieron: «Siete». Entonces él mandó a la gente acomodarse sobre la tierra y, tomando los siete panes y dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos para que los sirvieran, y ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos pocos pececillos. Y, pronunciando la bendición sobre ellos, mandó que también los sirvieran. Comieron y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes siete espuertas. Fueron unos 4 mil; y Jesús los despidió. Subió a continuación a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanutá.

Oración introductoria

Jesús, ayúdame a comprender la grandeza de tu amor porque siempre estás al pendiente de toda mi vida, aun de los aspectos materiales. Hoy vengo a buscarte en este momento de oración, sabiendo que te puedo encontrar. ¡Ven Espíritu Santo!


Petición

Jesús, alimenta mi alma que tiene hambre y sed de Ti. Deseo que mi unión contigo sea más que una ilusión o deseo, que sea una realidad concreta sobre la que gire toda mi vida.


Meditación del Papa Francisco



El prodigio de los panes preanuncia la Eucaristía. Se ve en el gesto de Jesús que "recitó la bendición" antes de partir los panes y darlos a la multitud. Es el mismo gesto que Jesús hará en la Última Cena, cuando instituyó el memorial perpetuo de su Sacrificio redentor. En la Eucaristía Jesús no da un pan, sino el pan de la vida eterna, se dona a Sí mismo, ofreciéndose al Padre por amor a nosotros. Pero nosotros, debemos ir a la eucaristía con esos sentimientos de Jesús, la compasión. Y con ese deseo de Jesús, compartir. Quien va a la eucaristía sin tener compasión de los necesitados y sin compartir, no se encuentra bien con Jesús.


Compasión, compartir, Eucaristía. Este es el camino que Jesús nos indica en este Evangelio. Un camino que nos lleva a afrontar con fraternidad las necesidades de este mundo, pero que nos conduce más allá de este mundo, porque sale de Dios y vuelve a Él. La Virgen María, Madre de la divina Providencia, nos acompañe en este camino.» (Ángelus de S.S. Francisco, 3 de agosto de 2014).


Reflexión

Desde el siglo XVI hasta nuestros días, los hombres comían muy poco y los pequeños morían de hambre. ¿Cuánto darían para poder darles un pedacito de pan a sus criaturillas? No había nada, más que hambre y más hambre.


Hoy sucede algo parecido, muchos hombres están hambrientos, y buscan saciarse dando todo lo que tienen. No se dan cuenta de que hay un Hombre que quiere saciarlos con su cuerpo. Todos buscan desesperados pero no encuentran nada. Y lo que comen no les sacia. ¿Por qué buscar en los lugares equivocados?


Cristo hoy te ofrece su cuerpo en comida para saciarte totalmente del hambre actual y de la venidera, pero necesitas volver a tomar de esa comida si quieres subsistir. ¿Por qué no acercarnos a Él, para que nos dé del pan que sacia?


Propósito

De la mano de Nuestra Señora de Lourdes, revisar mi actitud y cercanía a la Eucaristía.


Diálogo con Cristo

Señor, no podré hacer el milagro de la multiplicación de los panes, pero si puedo multiplicar, con la ayuda de tu gracia, que recibo en la Eucaristía, mi caridad y mi amor por los demás. Tratar con delicadeza, respeto y amabilidad, con múltiples detalles, a todas las personas que pongas en mi camino, empezando por mi propia familia, es el fruto que tu presencia en mi vida puede llevar a cabo.



10:58 a.m.
Hijos míos: Si ustedes saben que él es justo, sepan también que todo el que practica la justicia ha nacido de él. ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a Él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es. El que tiene esta esperanza en Él, se purifica, así como Él es puro. El que comete el pecado comete también la iniquidad, porque el pecado es la iniquidad. Pero ustedes saben que Él se manifestó para quitar los pecados, y que Él no tiene pecado. El que permanece en Él, no peca, y el que peca no lo ha visto ni lo ha conocido.

10:58 a.m.
Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. se acordó de su amor y fidelidad en favor de la casa de Is rael. Todos, hasta los confines del mundo, han visto la salvación de nuestro Dios. se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. Canten al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales; con clarines y sonidos de trompeta aclamen al Señor, que es Rey.

10:58 a.m.
Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel". Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo'. Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios".

10:48 a.m.
Queridos hermanos: ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo: el que niega al Padre y al Hijo. El que niega al Hijo no está unido al Padre; el que reconoce al Hijo también está unido al Padre. En cuanto a ustedes, permanezcan fieles a lo que oyeron desde el principio: de esa manera, permanecerán también en el Hijo y en el Padre. La promesa que él nos hizo es esta: la Vida eterna. Esto es lo que quería escribirles acerca de los que intentan engañarlos. Pero la unción que recibieron de él permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Y ya que esa unción los instruye en todo y ella es verdadera y no miente, permanezcan en él, como ella les ha enseñado. Sí, permanezcan en él, hijos míos, para que cuando él se manifieste, tengamos plena confianza, y no sintamos vergüenza ante él en el Día de su Venida.

Hermanos Franciscanos

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