Ártículos Más Recientes

10:47 a.m.
Mientras Apolo permanecía en Corinto, Pablo, atravesando la región interior, llegó a Efeso. Allí encontró a algunos discípulos y les preguntó: "Cuando ustedes abrazaron la fe, ¿recibieron el Espíritu Santo?". Ellos le dijeron: "Ni siquiera hemos oído decir que hay un Espíritu Santo". "Entonces, ¿qué bautismo recibieron?", les preguntó Pablo. "El de Juan", respondieron. Pablo les dijo: "Juan bautizaba con un bautismo de penitencia, diciendo al pueblo que creyera en el que vendría después de él, es decir, en Jesús". Al oír estas palabras, ellos se hicieron bautizar en el nombre del Señor Jesús. Pablo les impuso las manos, y descendió sobre ellos el Espíritu Santo. Entonces comenzaron a hablar en distintas lenguas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres. Pablo fue luego a la sinagoga y durante tres meses predicó abiertamente, hablando sobre el Reino de Dios y tratando de persuadir a sus oyentes.

10:47 a.m.
¡Se alza el Señor! Sus enemigos se dispersan y sus adversarios huyen delante de él. Tú los disipas como se disipa el humo; como se derrite la cera ante el fuego, así desaparecen los impíos delante del Señor. Los justos se regocijan, gritan de gozo delante del Señor y se llenan de alegría. Canten a Dios y toquen a su Nombre, abran camino al que cabalga en las nubes, alégrense en Dios y bailen ante él. El Señor en su santa Morada es padre de los huérfanos y defensor de las viudas: Al solitario le da el calor de hogar, deja libre al preso encadenado, a los rebeldes los deja en calabozos.

10:46 a.m.
Los discípulos le dijeron a Jesús: "Por fin hablas claro y sin parábolas. Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que tú has salido de Dios". Jesús les respondió: "¿Ahora creen? Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo".

10:46 a.m.
“Señor Dios, a lo que yo veo, la paciencia me es muy necesaria; porque en esta vida acaecen muchas adversidades. Pues de cualquiera suerte que ordenare mi paz, no puede estar mi vida sin batalla y sin dolor. Así es, hijo; pero no quiero que busques tal paz, que carezca de tentaciones, y no sienta contrariedades. Antes cuando fueres ejercitado en diversas tribulaciones, y probado en muchas contrariedades”… (Imitación de Cristo, Libro Tercero, cap. 12, 1,2) Qué equivocados andamos a veces los que buscamos la verdadera paz de Dios… Pero es que, la que buscamos, muchas veces no es la de Dios..., sino la del mundo. Cuando el mundo habla de paz..., así se la figura. Cuando el mundo busca la paz..., así la concibe..., silencio, quietud, amor sin lágrimas,... mucho egoísmo oculto. El hombre busca esa paz, para descansar, para no sufrir. Busca la paz humana, la paz sensible... Esa paz que el mundo pinta en un claustro con sol, con cipreses y con pájaros. Esa paz sin tentaciones y sin cruz… Hoy bendigo desde el fondo de mi alma, a ese Dios que tanto… Me quiere con mis miserias, mis pecados, mis lágrimas y mis alegrías. Me quiere en esa paz de la que hablas Tomás de Kempis en el libro de la Imitación… ¡Qué grande es Dios!... La paz de mi alma, es la paz del que nada, de nadie espera... Solamente Dios, solamente la Cruz de Cristo, solamente el deseo de vivir unido a su voluntad, es lo que el alma en el mundo espera, y la espera es tranquila; es con paz, a pesar de que el no ver aún a Dios, es un triste penar; el acompañarle en la Cruz, cuesta a veces copiosas lágrimas, y el verse que aún tenemos voluntad propia y, por tanto, miserias, defectos y pecados, no deja de causar pesar… Todo es combate, dolor, pero Jesús está en el centro, clavado sobre una cruz, y anima al alma a perseverar. En medio de la batalla que libramos en este mundo, Jesús está allí, con el rostro sereno, que nos dice que "el que le sigue no camina en tinieblas" (Jn 8,12).

10:48 a.m.
En mi primer Libro, querido Teófilo, me referí a todo lo que hizo y enseñó Jesús, desde el comienzo, hasta el día en que subió al cielo, después de haber dado, por medio del Espíritu Santo, sus últimas instrucciones a los Apóstoles que había elegido. Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se les apareció y les habló del Reino de Dios. En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: "La promesa, les dijo, que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días". Los que estaban reunidos le preguntaron: "Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?". El les respondió: "No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra". Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos. Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: "Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir".

Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.