
Entonen un canto, toquen el tambor, y la cítara armoniosa, junto con el arpa. Toquen la trompeta al salir la luna nueva, y el día de luna llena, el día de nuestra fiesta. Porque esta es una ley para Israel, un precepto del Dios de Jacob: un decreto que impuso a José, cuando salió de la tierra de Egipto. Oyó, entonces, una voz desconocida: No tendrás ningún Dios extraño, no adorarás a ningún dios extranjero: Yo soy Yavé, tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto. Abre tu boca y te la llenaré».
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