sábado 6 Abril 2019 : Commentary Orígenes

9:48 a.m.


Encontramos en Cristo rasgos tan humanos que en nada se distinguen de nuestra común debilidad como mortales, y al mismo tiempo, unos rasgos tan divinos que sólo se adecuan a la soberana e inefable naturaleza divina. Ante esta realidad, la inteligencia humana, tan estrecha, queda tan admirada que no sabe a qué atenerse ni qué dirección tomar. En Cristo percibe a Dios, y sin embargo, le ve morir. Cree que es un hombre, y he aquí que vuelve de entre los muertos, con su botín de victoria, después de haber destruido el imperio de la muerte. Por eso nuestra contemplación debe hacerse con tal reverencia y temor que considere en la misma persona de Jesús la verdad de dos naturalezas, evitando atribuir a la inefable esencia divina cosas que son indignas de la misma o que no le son propias, pero evitando también ver, en los acontecimientos de la historia, tan sólo apariencias ilusorias. Verdaderamente, es difícil hacer escuchar tales cosas a oídos humanos, intentar expresarlas con palabras que sobrepasan ampliamente nuestras fuerzas, nuestro talento y nuestro lenguaje. Pienso que todo ellos incluso sobrepasa el alcance de los apóstoles. Más aún, creo que la explicación de este misterio, probablemente trasciende incluso a todo el orden de las fuerzas angélicas.
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