VERÁN VENIR AL HIJO DEL HOMBRE CON GRAN PODER - Evangelio del Domingo

7:00 p.m.


ENTONCES VERÁN VENIR AL HIJO DEL HOMBRE SOBRE LAS NUBES CON GRAN PODER Y MAJESTAD. Evangelio de Hoy Domingo 18 de Noviembre. PRIMERA LECTURA. Del libro del profeta Daniel 12,1-3 En aquel tiempo, se levantará Miguel, el gran príncipe que defiende a tu pueblo. Será aquel un tiempo de angustia, como no lo hubo desde el principio del mundo. Entonces se salvará tu pueblo; todos aquellos que están escritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo, despertarán: unos para la vida eterna, otros para el eterno castigo. Los guías sabios brillarán como el esplendor del firmamento, y los que enseñan a muchos la justicia, resplandecerán como estrellas por toda la eternidad. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. SALMO RESPONSORIAL. Del salmo 15, 5.8. 8-19. 11 R/. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré. R/. Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. R/. Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R/. SEGUNDA LECTURA. De la carta a los hebreos: 10, 11-14. 18 Hermanos: En la antigua alianza los sacerdotes ofrecían en el templo, diariamente y de pie, los mismos sacrificios, que no podían perdonar los pecados. Cristo, en cambio, ofreció un solo sacrificio por los pecados y se sentó para siempre a la derecha de Dios; no le queda sino aguardar a que sus enemigos sean puestos bajo sus pies. Así, con una sola ofrenda, hizo perfectos para siempre a los que ha santificado. Porque una vez que los pecados han sido perdonados, ya no hacen falta más ofrendas por ellos. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Marcos: 13, 24-32 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando lleguen aquellos días, después de la gran tribulación, la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo las estrellas y el universo entero se conmoverá. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad. Y él enviará a sus ángeles a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales y desde lo más profundo de la tierra a lo más alto del cielo. Entiendan esto con el ejemplo de la higuera. Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así también, cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca, ya está a la puerta. En verdad que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de. Cumplirse. Nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. REFLEXIÓN. En esta penúltima semana del año litúrgico, Jesús finalmente ha llegado a Jerusalén. Ya cerca de su pasión y muerte, Jesús nos da una señal de esperanza, diciéndonos como será todo cuando regrese en su Gloria. El evangelio de este domingo está tomado de un largo discurso en el que Jesús habla de tribulaciones como no las “ha habido desde la creación del mundo” (cfr. Mc 13, 19). Describe una especie de disolución del mundo, un retorno de la creación a su estado primordial de vacío y caos. En primer lugar, la comunidad humana —naciones y reinos— se quebrantará (cfr. Mc 13, 7-8). Después la tierra dejará de producir alimentos y empezará temblar (13, 8). Entonces, la familia se destruirá desde dentro y los últimos fieles serán perseguidos (13, 9-13). Por último, se profanará al Templo y la tierra será excluida de la presencia de Dios (13, 14). La lectura de este domingo presenta a Dios apagando las luces que, en el principio, había puesto en el cielo: el sol, la luna y las estrellas (cfr. Is 13, 10; 34, 4). En medio de esta oscuridad el Hijo del Hombre, aquel por quien todo fue hecho, vendrá de nuevo. Jesús nos había dicho que el Hijo del Hombre tenia que ser humillado y matado (cfr Mc 8, 31). Ahora nos habla de su victoria final, ocupando imágenes reales-divinas sacadas del Antiguo Testamento: las nubes, la gloria y los ángeles (cfr. Dn 7, 13). Nos muestra que en él se cumplen todas las promesas que Dios hizo de salvar a “los elegidos”, al resto fiel (cfr. Is 43, 6; Jr 32.37). Como nos dice la primera lectura de hoy, esta salvación incluirá la resurrección corporal de los que duermen en la tierra. Debemos estar atentos a ese momento, cuando los enemigos del Señor serán estrado de sus pies, según lo que vislumbra la epístola de hoy. Podemos esperar confiados, sabiendo que un día tendremos la felicidad eterna a la derecha del Señor, como oramos en el salmo de este domingo. Dr. Scott Hahn.


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