
Escucha, Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño; tú que tienes el trono sobre los querubines, resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés; reafirma tu poder y ven a salvarnos. Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el retoño que Tú hiciste vigoroso. Que tu mano sostenga al que está a tu derecha, al hombre que Tú fortaleciste, y nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre.
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