
Pero ahora nos rechazaste y humillaste: dejaste de salir con nuestro ejército, nos hiciste retroceder ante el enemigo y nuestros adversarios nos saquearon. Nos expusiste a la burla de nuestros vecinos, a la risa y al escarnio de los que nos rodean; hiciste proverbial nuestra desgracia y los pueblos nos hacen gestos de sarcasmo. ¿Por qué ocultas tu rostro y te olvidas de nuestra desgracia y opresión? Estamos hundidos en el polvo, nuestro cuerpo está pegado a la tierra.
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