Antes de ser humillado me había alejado, pero ahora yo observo tu palabra. Tú que eres bueno y bienhechor, enséñame tus preceptos. Fue bueno para mí que me humillaras, para que así aprendiera tus preceptos. La ley de tu boca vale más para mí que millones de oro y plata. Sé, Señor, que tus juicios son justos y que con razón me has afligido. Que tu gracia me asista y me consuele, conforme a tu palabra dada a tu siervo. February 15, 2014 at 05:00PM
Publicar un comentario