Cuando el tiempo había llegado para que Dios se apiadara del sufrimiento de la humanidad, su amada, envió a su Hijo único a la tierra en el templo glorioso de su cuerpo, nacido de María Virgen. Entonces tomó como esposa nuestra naturaleza humana y la unió a su persona, por la sangre purísima de la Virgen. El sacerdote celebrante de las bodas fue el Espíritu Santo. El ángel Gabriel hizo público el contrato y la gloriosa Virgen dio su consentimiento. He aquí la manera en que Cristo, nuestro esposo fiel, se unió a nuestra naturaleza, nos visitó en una tierra extranjera y nos dio a conocer las costumbres celestiales y su perfecta fidelidad. Como un héroe, ha luchado contra nuestros enemigos, ha destruido la prisión y ha triunfado en el combate. Por su muerte dio muerte a nuestra muerte, nos ha rescatado por su sangre, nos ha liberado, en el bautismo, por el agua de su costado. (Jn 19,34) Por sus sacramentos y sus dones, nos ha enriquecido a todos para que saliéramos ataviados con toda clase de virtudes a su encuentro en el palacio de su gloria, para gozar con él eternamente. January 18, 2014 at 05:00PM
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