Señor, mi corazón no es engreído ni mis ojos altaneros: no he tomado un camino de grandezas ni de prodigios que me superaran. Al contrario, tranquila y en silencio he mantenido mi alma, como un niño saciado que se aprieta a su madre; mi alma en mí nada reclama. ¡Que Israel cuente con el Señor, desde ahora y para siempre! November 03, 2013 at 05:00PM
Publicar un comentario