Oh Dios, los paganos han entrado en tu heredad, han profanado tu santuario, y a Jerusalén la han dejado en ruinas. Arrojaron los cuerpos de tus siervos como carroña a las aves de rapiña y la carne de tus fieles a las fieras. Derramaron la sangre como el agua en torno a Jerusalén y no había ningún sepulturero. Somos una vergüenza ante nuestros vecinos, objeto de risa y burla a nuestro derredor. ¿Hasta cuándo, Señor, durará tu cólera? ¿Tus celos quemarán siempre como fuego? No nos tengas rencor por faltas de nuestros padres, que tu misericordia corra a nuestro encuentro, pues ya no podemos más. Ayúdanos, oh Dios, salvador nuestro, en atención a la gloria de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados en honor a tu nombre. October 02, 2013 at 05:00PM
Publicar un comentario