Ártículos Más Recientes

11:24 a.m.


Un ángel me llevó a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del Altar. Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho. Entonces me dijo: "Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas. Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas parte adonde llegue el torrente. Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de remedio".

11:24 a.m.


El Señor es nuestro refugio y fortaleza, una ayuda siempre pronta en los peligros. Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar. Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios, la más santa Morada del Altísimo. El Señor está en medio de ella: nunca vacilará; él la socorrerá al despuntar la aurora. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro baluarte es el Dios de Jacob. Vengan a contemplar las obras del Señor, Él hace cosas admirables en la tierra.

11:24 a.m.


Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio". Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá. Entonces los judíos le preguntaron: "¿Qué signo nos das para obrar así?". Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar". Los judíos le dijeron: "Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?". Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.

11:24 a.m.


«El Señor los echó a todos del Templo.» El apóstol Pablo dice: «El templo de Dios es santo y ese templo sois vosotros» (1Co 3,17), es decir, todos los que creéis enCristo y o creéis hasta elpunto de amarle... Todos los que lo creen son piedras vivas sobre las que se edifica el templo de Dios (1P 2,5); son como esta madera que no se corrompe con la que ha sido construida el arca que ni el diluvio pudo sumergir (Gn 6,14). Ese templo, el pueblo de Dios, los mismos hombres, son el lugar donde Dios escucha al que le ora. Los que oran a Dios fuera de ese templo no serán escuchados para llegar a la paz de la Jerusalén de arriba, aunque si pueden serlo para ciertos bienes materiales que Dios concede también a los paganos... Pero es cosa muy distinta ser escuchado en lo que concierne a la vida eterna, esto no se concede más que a los que oran en el templo de Dios. Porque el que ora en el templo de Dios ora dentro la paz de la Iglesia, en la unidad del Cuerpo de Cristo, porque el Cuerpo de Cristo está constituido por la multitud de creyentes repartidos sobre toda la tierra... Y el que ora dentro la paz de la Iglesia ora «en espíritu y verdad» (Jn 4, 23); el Templo antiguo no era más que un símbolo. En efecto, era para instruirnos que el Señor echó del Templo a esos hombres que no buscaban más que su propio interés, que no iban a él más que para comprar y vender. Si este Templo tuvo que soportar esta purificación, es evidente que también el Cuerpo de Cristo, el templo verdadero, entre los que oran se mezclan compradores y vendedores, es decir, unos hombres que no buscan más que «sus propios intereses y no los de Cristo Jesús» (Flp 2,21)... Teimpo vendrá en que el Señor sacará fuera todos estos pecados.

11:25 a.m.


Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables. En efecto, ustedes antes desobedecieron a Dios, pero ahora, a causa de la desobediencia de ellos, han alcanzado misericordia. De la misma manera, ahora que ustedes han alcanzado misericordia, ellos se niegan a obedecer a Dios. Pero esto es para que ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos. ¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus designios y qué incomprensibles sus caminos! ¿Quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le dio algo, para que tenga derecho a ser retribuido? Porque todo viene de él, ha sido hecho por él, y es para él. ¡A él sea la gloria eternamente! Amén.

Hermanos Franciscanos

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