Ártículos Más Recientes

11:26 a.m.


¡La voz de mi amado! Ahí viene, saltando por las montañas, brincando por las colinas. Mi amado es como una gacela, como un ciervo joven. Ahí está: se detiene detrás de nuestro muro; mira por la ventana, espía por el enrejado. Habla mi amado, y me dice: "¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía! Porque ya pasó el invierno, cesaron y se fueron las lluvias. Aparecieron las flores sobre la tierra, llegó el tiempo de las canciones, y se oye en nuestra tierra el arrullo de la tórtola. La higuera dio sus primeros frutos y las viñas en flor exhalan su perfume. ¡Levántate, amada mía, y ven, hermosa mía! Paloma mía, que anidas en las grietas de las rocas, en lugares escarpados, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz; porque tu voz es suave y es hermoso tu semblante". Coro

11:26 a.m.


Alaben al Señor con la cítara, toquen en su honor el arpa de diez cuerdas; entonen para él un canto nuevo, toquen con arte, profiriendo aclamaciones. El designio del Señor permanece para siempre, y sus planes, a lo largo de las generaciones. ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se eligió como herencia! Nuestra alma espera en el Señor; él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Nuestro corazón se regocija en él: nosotros confiamos en su santo Nombre.

11:26 a.m.


María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".

11:26 a.m.


Llevando a Dios en sus entrañas, la Virgen se apresuró a Isabel, cuyo niño, aún en su vientre, sintiendo la salutación de la Madre de Dios, dio saltos de júbilo, así como cánticos de alabanzas y le exclamó: ¡Salve, Oh Fruto de inmarcesible rama! ¡Salve, Oh Huerto de incorruptibles Frutos! ¡Salve, Oh Labrada por Aquel Labrador Amante de la humanidad! ¡Salve, Tú, que diste vida al Autor de nuestra vida! ¡Salve, Oh Jardín Fructífero de abundantes misericordias! ¡Salve, Oh Mesa que lleva la Oblación de la fortuna del perdón! ¡Salve, Tú, que incrementas las praderas del Paraíso! ¡Salve, Tú, que preparas el puerto tranquilo para las almas! ¡Salve, Tú, que preparas el puerto tranquilo para las almas! ¡Salve, Oh Aceptable Incienso de la intercesión! ¡Salve, Oh Oblación de perdón de todo el mundo! ¡Salve, Oh Favor de Dios para con los mortales! ¡Salve, Oh Acceso de los mortales hacia Dios! ¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio! ¡Oh Virgen Purísima que no conociste matrimonio!; cuando Te vio el sabio y casto José, fue turbado por una riada de dudosos pensamientos; temiendo que Tú hubieras sido ultrajada. Pero, cuando supo que tu Concepción era Obra del Espíritu Santo, exclamó: ¡Aleluya! Los pastores; oyendo las gloriosas alabanzas de los ángeles; anunciando la presencia del Cristo Encarnado; se apresuraron hacia Él, como a un Pastor, y le contemplaron como a un Cordero Inmaculado, reposando en el seno de María Virgen; a la que ensalzaron diciendo: ¡Salve, Oh Madre del Cordero y del Pastor! ¡Salve, Oh Redil de las ovejas espirituales! ¡Salve, Oh Baluarte, castigo de los enemigos invisibles! ¡Salve, Oh Llave de las puertas del Paraíso! ¡Salve, Porque los celestiales se regocijan con los terrenales! ¡Salve, Porque los terrenales participan del coro celestial! ¡Salve, Oh Voz de los Apóstoles, jamás callada! ¡Salve, Oh Coraje de los luchadores, jamás vencido! ¡Salve, Oh firme Cimiento de la Fe! ¡Salve, Oh brillante Señal de la Gracia! ¡Salve, Que por Ti, el infierno se quedó despojado! ¡Salve, Que por Ti, nos hemos revestido de la Gloria! ¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio! (…) ¡Habiendo contemplado un extraño nacimiento, apartémonos del mundo como extraños, y elevemos nuestras mentes a los Cielos! Pues, por ello, el Dios Altísimo apareció humildemente, sobre la tierra como un mortal; Para elevar a lo Alto a aquellos que le exclaman: ¡Aleluya!

11:26 a.m.


Cuando David se estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus enemigos de alrededor, el rey dijo al profeta Natán: «Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios está en una tienda de campaña.» Natán respondió al rey: «Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el Señor está contigo.» Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: «Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite? Y ahora, esto es lo que le dirás a mi servidor David: Así habla el Señor de los ejércitos: Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel. Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel. Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti. Yo haré que tu nombre sea tan grande como el de los grandes de la tierra. Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes, desde el día en que establecí Jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa. Cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Si comete una falta, lo corregiré con varas y golpes, como lo hacen los hombres. Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y su trono será estable para siempre.»

Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.