Ártículos Más Recientes

11:29 a.m.
¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor ha retirado las sentencias que pesaban sobre ti y ha expulsado a tus enemigos. El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti: ya no temerás ningún mal. Aquel día, se dirá a Jerusalén: ¡No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos! ¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un guerrero victorioso! El exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su amor y lanza por ti gritos de alegría, como en los días de fiesta. Yo aparté de ti la desgracia, para que no cargues más con el oprobio.

11:29 a.m.
Este es el Dios de mi salvación: yo tengo confianza y no temo, porque el Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación. Ustedes sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación. Y dirán en aquel día: Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, anuncien entre los pueblos sus proezas, proclamen qué sublime es su Nombre. Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso: ¡que sea conocido en toda la tierra! ¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel!

11:29 a.m.
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz". Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre". María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

11:29 a.m.
Hoy, en la fiesta de la Visitación, como en todas las páginas del Evangelio, vemos a María dócil a los planes divinos y en actitud de amor previsor a los hermanos. La humilde joven de Nazaret, aún sorprendida por lo que el ángel Gabriel le había anunciado —que será la madre del Mesías prometido—, se entera de que también su anciana prima Isabel espera un hijo en su vejez. Sin demora, se pone en camino, como dice el evangelista (cf. Lc 1, 39), para llegar "con prontitud" a la casa de su prima y ponerse a su disposición en un momento de particular necesidad. ¡Cómo no notar que, en el encuentro entre la joven María y la ya anciana Isabel, el protagonista oculto es Jesús! María lo lleva en su seno como en un sagrario y lo ofrece como el mayor don a Zacarías, a su esposa Isabel y también al niño que está creciendo en el seno de ella. "Apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo —le dice la madre de Juan Bautista—, saltó de gozo el niño en mi seno" (Lc 1, 44). Donde llega María, está presente Jesús. Quien abre su corazón a la Madre, encuentra y acoge al Hijo y se llena de su alegría. La verdadera devoción mariana nunca ofusca o menoscaba la fe y el amor a Jesucristo, nuestro Salvador, único mediador entre Dios y los hombres. Al contrario, consagrarse a la Virgen es un camino privilegiado, que han recorrido numerosos santos, para seguir más fielmente al Señor. Así pues, consagrémonos a ella con filial abandono.

11:25 p.m.

Por: H. Cristian Gutiérrez LC | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Quiero, Señor, estar contigo en este rato de intimidad. Solos, Tú y yo. Quiero decirte lo mucho que te quiero, y mostrarte el deseo por ser mejor. Permíteme en esta oración conocerte y amarte un poco más. Haz que este rato colabore a aumentar en mí esa experiencia personal de Ti y de tu amor. Señor, no permitas que nadie me arrebate de tu amistad y ayúdame a serte fiel en todo momento.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 17, 1-11

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique, y por el poder que le diste sobre toda la humanidad, dé la vida eterna a cuantos le has confiado. La vida eterna consiste en que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.

Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora Padre, glorifícame en ti con la gloria que tenía, antes de que el mundo existiera.

He manifestado tu nombre a los hombres que tú tomaste del mundo y me diste. Eran tuyos y tú me los diste. Ellos han cumplido tu palabra y ahora conocen que todo lo que me has dado viene de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste; ellos las han recibido y ahora reconocen que yo salí de ti y creen que tú me has enviado.

Te pido por ellos; no te pido por el mundo, sino por éstos, que tú me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío. Yo he sido glorificado en ellos. Ya no estaré más en el mundo, pues voy a ti; pero ellos se quedan en el mundo".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

La vida eterna es un deseo que arde en el interior de cada hombre. También dentro de mí está este grande anhelo, aunque no siempre lo piense o lo sienta.

En este pasaje me das una señal de lo que significa la vida eterna. Hoy me dices que la vida eterna consiste en el conocimiento tuyo. A veces puedo pensar que la vida eterna inicia después de la muerte y es algo totalmente incomprensible. Pero me dices, que no es del todo así.

La vida eterna inicia desde esta vida; más si se piensa desde esta perspectiva que me enseñas hoy. Puedo conocerte y amarte desde ya, entonces la vida eterna ha iniciado para mí. Lo que venga después de la muerte será la continuación y la plenitud de lo que he venido haciendo en esta tierra.

Conocerte y amarte es la vida eterna. Qué bello es pensar en el momento en que me encontraré contigo cara a cara. Entonces no serás para mí un desconocido, sino mi amado. Allí podré tocarte, verte, abrazarte y decirte lo mucho que te quiero, lo mucho que anhelé conocerte plenamente, que quise conocerte directamente.

Dame la gracia, Señor, de conocerte desde esta vida. Haz que arda en mi interior el celo porque más y más hombres puedan vivir la vida eterna gracias a mi predicación de tu Reino. Inflama, Señor, mi corazón de amor por Ti.

"Antes de la Pasión, Jesús pre-anuncia que será "glorificado" en la cruz: ahí aparecerá su gloria. Pero es una gloria nueva: la gloria mundana se manifiesta cuando se es importante, admirado, cuando se tiene bienes y éxito. En cambio, la gloria de Dios se revela en la cruz: es el amor, que ahí resplandece y se difunde. Es una gloria paradójica: sin fragor, sin ganancia y sin aplausos. Pero sólo esta gloria hace el Evangelio fecundo."
(Discurso de S.S. Francisco, 18 de marzo de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hablaré de Jesús a alguno de mis familiares.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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