Ártículos Más Recientes

11:11 a.m.
El Señor habló a Ajaz en estos términos: "Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas". Pero Ajaz respondió: "No lo pediré ni tentaré al Señor". Isaías dijo: "Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios?. Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"." Hagan un proyecto: ¡fracasará! Digan una palabra: ¡no se realizará! Porque Dios está con nosotros.

11:11 a.m.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones. Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra. La tierra ha dado su fruto: el Señor, nuestro Dios, nos bendice. Que Dios nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra.

11:11 a.m.
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz".

11:11 a.m.
«¡Oíd, que llega mi amado, saltando sobre los montes, » (Ct 2,8). En principio, Cristo no se dio a conocer a la Iglesia si no por su voz. Comenzó dejando oír su voz por mediación de los profetas; sin dejarse ver, se hizo comprender. Su voz estaba en los mensajes que le anunciaban, y a lo largo de todo este tiempo, la Iglesia-Esposa reunida desde los orígenes del mundo, tan sólo la comprendía. Pero llegó un día en que ella le vio con sus propios ojos y dijo: « ¡Que llega mi amado, saltando sobre los montes!»... Y cada alma, si el amor del Verbo de Dios la abraza...,se siente feliz y consolada cuando percibe la presencia del Esposo, cuando se encuentra delante de las difíciles palabras de la Ley y de los profetas. A medida que se aproxima a su pensamiento para iluminar su fe, le ve brincar por los montes y colinas..., y puede muy bien decir: «¡Oíd, que llega mi amado!»... Ciertamente, el Esposo ha prometido a su Esposa, es decir, a sus discípulos: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). Pero eso no le impide decir también que se va a tomar posesión de su Reino (Lc 19,12); entonces, de nuevo, a medianoche, se oye el grito: «Mirad, que llega el Esposo» (Mt 25,6). Una veces, pues, el Esposo se hace presente y enseña, otras se hace el ausente y se le desea... Así es que, cuando el alma busca comprender y no lo alcanza, para ella el Verbo de Dios está ausente. Pero cuando encuentra al que busca, le experimenta presente sin duda ninguna y la ilumina con su luz.... Si queremos, pues, ver al Verbo de Dios, al Esposo del alma, «brincando por los collados», escuchemos primeramente su voz, y le podremos ver.

10:46 a.m.
Yo, el Señor, soy tu Dios, el que te sostengo de la mano derecha y te digo: "No temas, yo vengo en tu ayuda". Tú eres un gusano, Jacob, eres una lombriz, Israel, pero no temas, yo vengo en tu ayuda -oráculo del Señor- y tu redentor es el Santo de Israel. Yo te convertiré en una trilladora, afilada, nueva, de doble filo: trillarás las montañas y las pulverizarás, y dejarás las colinas como rastrojo. Las aventarás y el viento se las llevará, y las dispersará la tormenta; y tú te alegrarás en el Señor, te gloriarás en el Santo de Israel. Los pobres y los indigentes buscan agua en vano, su lengua está reseca por la sed. Pero yo, el Señor, les responderé, yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. Haré brotar ríos en las cumbres desiertas y manantiales en medio de los valles; convertiré el desierto en estanques, la tierra árida en vertientes de agua. Pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos silvestres; plantaré en la estepa cipreses, junto con olmos y pinos, para que ellos vean y reconozcan, para que reflexionen y comprendan de una vez que la mano del Señor ha hecho esto, que el Santo de Israel lo ha creado.

Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.