Ártículos Más Recientes

11:01 a.m.
Después que murió Nabot, la palabra del Señor llegó a Elías, el tisbita, en estos términos: "Baja al encuentro de Ajab, rey de Israel en Samaría. Ahora está en la viña de Nabot: ha bajado allí para tomar posesión de ella. Tú le dirás: Así habla el Señor: ¡Has cometido un homicidio, y encima te apropias de lo ajeno! Por eso, así habla el Señor: En el mismo sitio donde los perros lamieron la sangre de Nabot, allí lamerán tu sangre". Ajab respondió a Elías: "¡Me has sorprendido, enemigo mío!". "Sí, repuso Elías, te he sorprendido, porque te has prestado a hacer lo que es malo a los ojos de Señor. Yo voy a atraer la desgracia sobre ti: barreré hasta tus últimos restos y extirparé a todos los varones de la familia de Ajab, esclavos o libres en Israel. Dejaré tu casa como la de Jeroboám, hijo de Nebat, y como la de Basá, hijo de Ajías, porque has provocado mi indignación y has hecho pecar a Israel. Y el Señor también ha hablado contra Jezabel, diciendo: Los perros devorarán la carne de Jezabel en la parcela de Izreel. Al de la familia de Ajab que muera en la ciudad, se lo comerán los perros, y al que muera en despoblado, se lo comerán los pájaros del cielo". No hubo realmente nadie que se haya prestado como Ajab para hacer lo que es malo a los ojos del Señor, instigado por su esposa Jezabel. El cometió las peores abominaciones, yendo detrás de los ídolos, como lo habían hecho los amorreos que el Señor había desposeído delante de los israelitas. Cuando Ajab oyó aquellas palabras, rasgó sus vestiduras, se puso un sayal sobre su carne, y ayunó. Se acostaba con el sayal y andaba taciturno. Entonces la palabra del Señor llegó a Elías, el tisbita, en estos términos: "¿Has visto cómo Ajab se ha humillado delante de mí? Porque se ha humillado delante de mí, no atraeré la desgracia mientras él viva, sino que la haré venir sobre su casa en tiempos de su hijo".

11:01 a.m.
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí. contra ti, contra ti sólo pequé, lo que es malo a tus ojos yo lo hice. Por eso en tu sentencia tú eres justo, no hay reproche en el juicio de tus labios. Aparta tu vista de mis pecados y borra todas mis culpas. ¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío, y mi lengua anunciará tu justicia!

11:01 a.m.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.

11:01 a.m.
Queridos hermanos, nadie puede dispensarse de amar a los enemigos. Alguien me puede decir: “Yo no puedo ayunar, no puedo orar durante la noche.” ¿Se puede decir: no puedo amar? Uno puede decir: “No puedo dar todos mis bienes a los pobres y servir a Dios en un monasterio”, pero no se puede decir: “yo no puedo amar.” Tú me dirás: “Yo no me puedo privar de los bienes y de los alimentos.” Yo te lo creo, pero si tú dices que no puedes perdonar a los que te han hecho daño, no te lo creo en absoluto. No tenemos ninguna excusa de no hacerlo porque debemos cumplir esta limosna sacándola no del tesoro de nuestros bienes sino de nuestro corazón. Amemos, pues, no solamente a los amigos sino también a los enemigos... Pero tú me dirás: “Mi enemigo me ha hecho tanto mal que de ninguna manera le puedo amar.” Tú miras lo que te hizo este hombre y no miras lo que tú has hecho a Dios. ¡Examina atentamente tu conciencia: tú has cometido sin darte cuenta muchas más faltas contra Dios que un hombre haya cometido contra ti. ¿Con qué osadía esperas, pues, que Dios te perdone lo mucho cuando tú no perdonas lo poco?

11:57 p.m.
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 38-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.


Oración introductoria


Señor, gracias por mostrarme tan claramente las actitudes que deben regular mis relaciones con los demás y, sobre todo, gracias por este nuevo día y por este momento de oración, oportunidad para crecer en mi amor y amistad contigo.


Petición


Señor, limpia mi corazón y pon un nuevo espíritu de bondad, semejante al tuyo.


Meditación del Papa Francisco


Al que te hiera en la mejilla derecha, preséntale también la otra... se ha convertido en un clásico de los cristianos para reírse. En la vida la lógica normal nos enseña que hay que luchar, tenemos que defender nuestro espacio, y si nos dan una bofetada nosotros daremos dos, así nos defendemos. Jesús, sin embargo, después de la bofetada en la mejilla va más allá y habla también de dar el manto, despojarnos de todo.

La justicia que Él trae, es otra justicia totalmente diferente del ojo por ojo, diente por diente. Es otra justicia. Y esto, lo podemos entender cuando san Pablo habla de los cristianos como gente que no tiene nada y sin embargo lo tiene todo. Aquí, pues, está la seguridad cristiana, y es en este todo que está Jesús. El "todo" es Jesucristo. Las otras cosas son "nada" para el cristiano. En cambio, para el espíritu del mundo, el "todo" son las cosas: las riquezas, la vanidad, tener puestos arriba y la "nada" es Jesús. Por lo tanto, si un cristiano puede caminar cien kilómetros cuando le piden avanzar sólo diez, es porque para él esto es ´nada´, y, con paz, puede dar la capa cuando se le pide la túnica. Esto es, entonces, el secreto de la magnanimidad cristiana, que siempre va con la mansedumbre, es el todo, es Jesucristo. (Cf. S.S. Francisco, 17 de junio de 2013, homilía en Santa Marta) .


Reflexión


Jesús nos pide algo más que soportar "estoicamente" el mal, y evitar rencores y venganzas. Esta ya es una actitud de paciente dominio de uno mismo, digna de la alabanza de Cristo: "bienaventurados los mansos, ...los que lloran..." Pero hoy Jesús va más allá en su explicación porque nos pide una generosidad que desborda el ya amplio caudal del precepto del amor al prójimo. Y es que quien "soporta" no ofrece necesariamente la otra mejilla... y quien evita el mal, no tiene obligatoriamente que devolver bien. A quien se le solicita, no tiene razón humana por la que dar "más"... y sin embargo, una y otra vez Jesús nos pide que demos ese "más"... Se diría que la única manera de acabar con el mal es añadir más bien. Como quien tuviera que sepultar algo desagradable y la solución es enterrarlo con una buena capa de "cal"...


Así es el bien, el amor cuando con su "exceso" obliga al mal a no reproducirse, y a la larga lo extingue. No es una petición sólo para héroes. A todos nos lo pide, porque todos queremos imitarle y somos seguidores suyos. Sabemos que sólo su gracia y la fuerza que viene del Espíritu puede lograr en nosotros esta transformación. No dudemos en pedírselo hoy en nuestra oración.


Propósito


Por amor a Dios, ser misericordioso y perdonar, a la primera, cualquier ofensa que reciba.


Diálogo con Cristo


Jesucristo, dame la gracia para que el Reino de los cielos sea una realidad en mi vida al saber responder la agresión con la comprensión, que la preocupación por asegurar el bien económico no me lleve a la mezquindad y, sobre todo, que me convierta en un infatigable discípulo y misionero de tu amor, porque el mundo te necesita y yo debo llevarte al mundo.



June 15, 2014 at 11:31PM

Hermanos Franciscanos

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