Ártículos Más Recientes

11:26 a.m.


Moisés dijo a Dios: "Si me presento ante los israelitas y les digo que el Dios de sus padres me envió a ellos, me preguntarán cuál es su nombre. Y entonces, ¿qué les responderé?". Dios dijo a Moisés: "Yo soy el que soy". Luego añadió: "Tú hablarás así a los israelitas: "Yo soy" me envió a ustedes". Y continuó diciendo a Moisés: "Tu hablarás así a los israelitas: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, es el que me envía. Este es mi nombre para siempre y así será invocado en todos los tiempos futuros. Ve a reunir a los ancianos de Israel y diles: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: "Yo los he visitado y he visto cómo los maltrataban los egipcios. Por eso decidí librarlos de la opresión que sufren en Egipto, para llevarlos al país de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos, a una tierra que mana leche y miel". Ellos te escucharán, y tú irás a presentarte ante el rey de Egipto, junto con los ancianos de Israel. Entonces le dirás: "El Señor, el Dios de los hebreos, vino a nuestro encuentro. Y ahora tenemos que realizar una marcha de tres días por el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios". Ya sé que el rey de Egipto no los dejará partir, si no es obligado por la fuerza. Pero yo extenderé mi mano y castigaré a Egipto, realizando ante ellos toda clase de prodigios. Así él los dejará partir,

11:26 a.m.


¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, hagan conocer entre los pueblos sus proezas; recuerden las maravillas que él obró, sus portentos y los juicios de su boca! El se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil generaciones, del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac. El Señor hizo a su pueblo muy fecundo, más fuerte que sus mismos opresores; cambió el corazón de los egipcios, para que sintieran odio por su pueblo y trataran con perfidia a sus servidores. Luego envió a Moisés, su servidor, y a Aarón, que era su elegido; por su intermedio realizó prodigios, hizo portentos en la tierra de Cam:

11:26 a.m.


Vengan a mí y yo los aliviaré. (…) Han gustado el camino del mundo: gusten ahora el mío y si no les agrada, lo dejan. Han llevado los fardos pesados del mundo y sentido lo pesados que son. Déjense persuadir y carguen sobre ustedes mi yugo. Aprendan por experiencia cuanto mi yugo es suave y mi carga ligera. No haré de ustedes ricos que necesitan muchas cosas, haré verdaderos ricos que no necesitan nada, ya que el rico no es el que posee mucho sino al que nada le falta. Conmigo, si renuncian a todo, serán ricos. (…) Pero si buscan saciar su avaricia, aumentará el hambre. El hambre vendrá al comer. Más se enriquece el rico, más es pobre; más junta dinero, más quiere juntar; más adquiere, más quiere adquirir. (…) Vengan a mí, ustedes que están fatigados por la riqueza, y descansen en la pobreza. Vengan los dueños de bienes y posesiones y tengan el placer de la renuncia. Vengan, amigos del mundo pasajero y descubran el sabor del mundo eterno. Hicieron la experiencia de su mundo, hagan la experiencia del mío. Probaron su riqueza, ensayen mi pobreza. Su riqueza es una riqueza, mi pobreza es la riqueza. No es gran cosa que la riqueza sea llamada una riqueza. Pero es admirable y grande, que la pobreza sea la riqueza y la humildad sea la grandeza.

11:26 a.m.


Moisés, que apacentaba las ovejas de su suegro Jetró, el sacerdote de Madián, llevó una vez el rebaño más allá del desierto y llegó a la montaña de Dios, al Horeb. Allí se le apareció el Angel del Señor en una llama de fuego, que salía de en medio de la zarza. Al ver que la zarza ardía sin consumirse, Moisés pensó: "Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?". Cuando el Señor vio que él se apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: "¡Moisés, Moisés!". "Aquí estoy", respondió el. Entonces Dios le dijo: "No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa". Luego siguió diciendo: "Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Moisés se cubrió el rostro porque tuvo miedo de ver a Dios. El clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto cómo son oprimidos por los egipcios. Ahora ve, yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas". Pero Moisés dijo a Dios: "¿Quién soy yo para presentarme ante el Faraón y hacer salir de Egipto a los israelitas?". "Yo estaré contigo, le dijo Dios, y esta es la señal de que soy yo el que te envía: después que hagas salir de Egipto al pueblo, ustedes darán culto a Dios en esta montaña".

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