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11:26 a.m.


Hermanos: Jesús puede salvar en forma definitiva a los que se acercan a Dios por su intermedio, ya que vive eternamente para interceder por ellos. El es el Sumo Sacerdote que necesitábamos: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y elevado por encima del cielo. El no tiene necesidad, como los otros sumos sacerdotes, de ofrecer sacrificios cada día, primero por sus pecados, y después por los del pueblo. Esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. La Ley, en efecto, establece como sumos sacerdotes a hombres débiles; en cambio, la palabra del juramento -que es posterior a la Ley- establece a un Hijo que llegó a ser perfecto para siempre. Este es el punto capital de lo que estamos diciendo: tenemos un Sumo Sacerdote tan grande que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en el cielo. El es el ministro del Santuario y de la verdadera Morada, erigida no por un hombre, sino por el Señor. Ahora bien, todo Sumo Sacerdote es constituido para presentar ofrendas y sacrificios; de ahí la necesidad de que tenga algo que ofrecer. Si Jesús estuviera en la tierra, no podría ser sacerdote, porque ya hay aquí otros sacerdotes que presentan las ofrendas de acuerdo con la Ley. Pero el culto que ellos celebran es una imagen y una sombra de las realidades celestiales, como Dios advirtió a Moisés cuando este iba a construir la Morada, diciéndole: Tienes que hacerlo todo conforme al modelo que te fue mostrado en la montaña. Pero ahora, Cristo ha recibido un ministerio muy superior, porque es el mediador de una Alianza más excelente, fundada sobre promesas mejores.

11:26 a.m.


Tú no quisiste víctima ni oblación; pero me diste un oído atento; no pediste holocaustos ni sacrificios, entonces dije: «Aquí estoy». entonces dije: «Aquí estoy». entonces dije: “Aquí estoy. En el libro de la Ley está escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón». Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, Tú lo sabes, Señor. Que se alegren y se regocijen en ti todos los que te buscan, y digan siempre los que desean tu victoria: “¡Qué grande es el Señor!”.

11:26 a.m.


Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.

11:26 a.m.


Dios no ha creado al hombre para que se pierda sino para que tenga vida eterna. Este designio es inmutable. .. Porque “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Tim 2,4). Esta es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos. Dice Jesús “que ninguno de estos pequeños se pierda” (Mt 18,14). Y en otro lugar está escrito: “Dios no desea que se pierda una sola alma; difiere el cumplimiento de la sentencia para que pueda volver el descarriado” (cf 2Sm 14,14; 2P 3,9). Dios es veraz, no miente cuando asegura con juramento: “Por mi vida, no quiero la muerte del pecador sino que se convierta de su mala conducta y viva” (Ez 33,11). ¿Se puede, entonces, pensar sin cometer un grave sacrilegio, que Dios no quiere la salvación de todos sino sólo de unos cuantos? Quien se pierde se pierde contra la voluntad de Dios. Cada día nos llama a gritos: “Convertíos de vuestra mala conducta. ¿Por qué vais a morir, pueblo de Israel? (Ez 33,11) Y de nuevo insiste: “Por qué persisten en el engaño y se niegan a volver? Endurecieron su rostro más que la roca y se niegan a convertirse” (Jr 8,5; 5,3). La gracia de Cristo está siempre a nuestra disposición. Como quiere que todos los hombres se salven, los llama sin cesar a todos: “Venid a mí, todos los que estáis cansado y agobiados y yo os aliviaré” (Mt, 11,28).

11:26 a.m.


Hermanos: Melquisedec, que era rey de Salém, sacerdote de Dios, el Altísimo, salió al encuentro de Abraham cuando este volvía de derrotar a los reyes y lo bendijo; y Abraham le entregó la décima parte de todo el botín. el nombre de Melquisedec significa, en primer término, "rey de justicia" y él era, además, rey de Salém, es decir, "rey de paz". De él no se menciona ni padre ni madre ni antecesores, ni comienzo ni fin de su vida: así, a semejanza del Hijo de Dios, él es sacerdote para siempre. Y esto se hace más evidente aún, si se tiene en cuenta que este nuevo sacerdote, a semejanza de Melquisedec, se constituye, no según la disposición de una ley meramente humana, sino según el poder de una vida indestructible. De él se ha atestiguado: "Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec".

Hermanos Franciscanos

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