Ártículos Más Recientes

11:26 a.m.


Porque tú eres nuestro padre, porque Abraham no nos conoce ni Israel se acuerda de nosotros. ¡Tú, Señor, eres nuestro padre, "nuestro Redentor" es tu Nombre desde siempre! ¿Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos y endureces nuestros corazones para que dejen de temerte? ¡Vuelve, por amor a tus servidores y a las tribus de tu herencia! ¡Desde hace mucho tiempo, tú no nos gobiernas, y ya no somos llamados por tu Nombre! ¡Si rasgaras el cielo y descendieras, las montañas se disolverían delante de ti, Cuando hiciste portentos inesperados, Cuando hiciste portentos inesperados, que nadie había escuchado jamás, ningún oído oyó, ningún ojo vio a otro Dios, fuera de ti, que hiciera tales cosas por los que esperan en él. Tú vas al encuentro de los que practican la justicia y se acuerdan de tus caminos. Tú estás irritado, y nosotros hemos pecado, desde siempre fuimos rebeldes contra ti. Nos hemos convertido en una cosa impura, toda nuestra justicia es como un trapo sucio. Nos hemos marchitado como el follaje y nuestras culpas nos arrastran como el viento. No hay nadie que invoque tu Nombre, nadie que despierte para aferrarse a ti, porque tú nos ocultaste tu rostro y nos pusiste a merced de nuestras culpas. Pero tú, Señor, eres nuestro padre, nosotros somos la arcilla, y tu, nuestro alfarero: ¡todos somos la obra de tus manos!

11:26 a.m.


Escucha, Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño; tú que tienes el trono sobre los querubines, resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés; reafirma tu poder y ven a salvarnos. Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el retoño que Tú hiciste vigoroso. Que tu mano sostenga al que está a tu derecha, al hombre que Tú fortaleciste, y nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre.

11:26 a.m.


Hermanos: Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. No dejo de dar gracias a Dios por ustedes, por la gracia que él les ha concedido en Cristo Jesús. En efecto, ustedes han sido colmados en él con toda clase de riquezas, las de la palabra y las del conocimiento, en la medida que el testimonio de Cristo se arraigó en ustedes. Por eso, mientras esperan la Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no les falta ningún don de la gracia. El los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de la Venida de nuestro Señor Jesucristo. Porque Dios es fiel, y él los llamó a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

11:26 a.m.


En aquél tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela. Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!".

11:26 a.m.


    En su primera venida, Dios llegó sin esplendor alguno, desconocido de la mayoría, prolongando durante largos años el misterio de su vida oculta. Cuando descendió de la montaña de la Transfiguración, Jesús encargó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. Jesús venía, como un pastor, a buscar a su oveja descarriada, y, para recoger al animal indócil, hizo falta ocultarse. Como un médico que se guarda de espantar al enfermo en un primer momento, el Salvador evita darse a conocer desde el principio de su misión. Lo hace poco a poco, casi insensiblemente.     El profeta anunció esta venida sin gloria en estos términos: “Y descenderá como lluvia sobre vellón; y como gotas goteando sobre la tierra.” (Sal 71,6 LXX) No ha rasgado el firmamento para venir sobre las nubes, sino que vino en silencio, encerrado en el seno de una Virgen durante nueve meses. Nació en un pesebre, como hijo de un humilde artesano... Se mueve de aquí para allá como un hombre cualquiera, sus vestidos son simples, su mesa frugal. Camina sin cesar, hasta cansarse, por los caminos de la vida.     Pero su segunda venida no será así. Llegará con tanto esplendor que no hará falta anunciarla: “...como el relámpago sale de oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo del hombre.” (Mt 24,27) Será el tiempo del juicio y de la sentencia pronunciada. Entonces, el Señor aparecerá no como un médico sino como un juez. El profeta Daniel ha visto su trono, la corriente de aguas al pie de su asiento en el tribunal y el fuego alrededor, el carro y las ruedas (cf Dn 7,9-10)... David, el rey-profeta, no habla más que de esplendor, de gloria, de fuego resplandeciente: “...delante de él viene un fuego devorador, en torno suyo ruge la tormenta...” (cf Sal 49,3) Todas estas comparaciones tiene por objeto de presentarnos la soberanía de Dios, la luz esplendorosa que lo envuelve y su naturaleza inaccesible.

11:26 a.m.


El Angel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero, en medio de la plaza de la Ciudad. A ambos lados del río, había arboles de vida que fructificaban doce veces al año, una vez por mes, y sus hojas servían para curar a los pueblos. Ya no habrá allí ninguna maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la Ciudad, y sus servidores lo adorarán. Ellos contemplarán su rostro y llevarán su Nombre en la frente. Tampoco existirá la noche, ni les hará falta la luz de las lámparas ni la luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y ellos reinarán por los siglos de los siglos. Después me dijo: "Estas palabras son verdaderas y dignas de crédito. El Señor Dios que inspira a los profetas envió a su mensajero para mostrar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto. ¡Volveré pronto! Feliz el que cumple las palabras proféticas de este Libro".

Hermanos Franciscanos

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