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3:28 a.m. ,


NOVENA A SANTA MARÍA DE GUADALUPE. CUARTO DÍA. Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen. ACTO DE CONTRICIÓN. ¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido; también me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Ayudado de tu divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar. Así lo espero por intercesión de mi Madre, nuestra Señora la Virgen de Guadalupe. Amén. ORACIÓN DEL CUARTO DÍA. ¡Oh Santísima María de Guadalupe! Si un ángel del cielo tiene por honra tan grande suya estar a tus pies y que en prueba de su gozo abre los brazos y extiende las alas para formar con ellas repisa a tu Majestad, ¿qué deberé yo hacer para manifestar mi veneración a tu persona, no ya la cabeza, ni los brazos, sino mi corazón y mi alma para santificándola con tus divinas plantas se haga trono digno de tu soberanía? Dígnate, Señora, de admitir este obsequio; no lo desprecies por indigno a tu soberanía, pues el mérito que le falta por mi miseria y pobreza lo recompenso con la buena voluntad y deseo. Entra a registrar mi corazón y verás que no lo mueven otras alas sino las del deseo de ser tuyo y el temor de ofender a tu Hijo divinísimo. Forma trono de mi corazón, y ya no se envilecerá dándole entrada a la culpa y haciéndose esclavo del demonio. Haz que no vivan en él sino Jesús y María. Amén. INTENCIONES. Ahora declaramos las intenciones por las que se ofrece esta novena. (Se reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.) ORACIÓN DE SAN JUAN PABLO SEGUNDO A LA VIRGEN DE GUADALUPE. ¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos, y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro. Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores. Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra. Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa. Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas. Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe y celosos dispensadores de los misterios de Dios. Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la vida que comienza, con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias, para que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos. Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver a Él, mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el sacramento de la penitencia, que trae sosiego al alma. Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos sacramentos que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra. Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios, podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz, que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 🙏🙏🙏


1:17 a.m. ,


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12:02 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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*1° Viernes Tiempo Adviento*
*El Evangelio de hoy*
*Mateo 9, 27-31*

Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: “¡Hijo de David, compadécete de nosotros!” Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: “¿Creen que puedo hacerlo?” Ellos le contestaron: “Sí, Señor”. Entonces les tocó los ojos, diciendo: “Que se haga en ustedes conforme a su fe”. Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: “Que nadie lo sepa”. Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.

*Reflexión:*
La gente de hoy vive angustiada porque no ha sabido distinguir los límites de su acción. No sabe dejar a Dios actuar.
Y esto se debe, principalmente, a una gran falta de fe. La pregunta fundamental que llevará a la realización del milagro en este pasaje es la que Jesús les formula a los ciegos: ¿Creen que puedo hacerlo? El hombre, cuando se encuentra en dificultad y recurre a Dios, muchas veces no considera la posibilidad de que Dios pueda actuar poderosamente en su vida.
El resultado: que se realice conforme a tu fe. Pidamos al Señor que aumente nuestra fe. Muchas cosas en nuestra vida cambiarán con la ayuda de Dios.
(Evangelización Activa).

*Oración:*
Señor mío, con la fuerza de tu Espíritu extermina la altanería de mi corazón, haz que mis oídos sordos oigan las palabras de tu santo libro; que mis ojos ciegos vean sin tinieblas ni oscuridad; que mi mente oprimida vuelva a alegrarse en ti, Señor, y que en mi pobreza pueda gozarme en ti. Amén.

*Acción:*
Hoy observaré qué tanto me estoy permitiendo experimentar a Dios con todos mis sentidos, especialmente, qué tanto cuido lo que oigo, lo que veo y lo que pienso.
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_”Nuntium Verbi Dei”_
_“Mensaje de la palabra de Dios”_
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11:46 p.m.


Por: H. Leonardo Garzón, LC | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Padre mío, dame la gracia de tener una fe firme y un corazón bien dispuesto para recibir tus dones. Tú sabes que creo, pero aumenta mi fe para que la obra de amor que ha comenzado en mí, llegue a su plenitud. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 27-31

Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: "¡Hijo de David, compadécete de nosotros!". Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: "¿Creen que puedo hacerlo?". Ellos le contestaron: "Sí, Señor". Entonces les tocó los ojos, diciendo: "Que se haga en ustedes conforme a su fe". Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: "Que nadie lo sepa". Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

1. Reconocer nuestra ceguera.

Todos nosotros, sin excepción, tenemos un aspecto de nuestra vida que nos limita: un defecto, un vicio, una carencia. Algunos tendemos a ser perezosos, otros somos fáciles a la ira, algunos somos sensuales, avaros, lujuriosos, engreídos, o envidiosos. Todos tenemos, en mayor o menor grado, algún tipo de «ceguera» que nos impide ir por el camino correcto.

Si queremos ser sanados lo primero que tenemos que hacer es reconocer nuestra «ceguera» y querer combatirla. En el Evangelio, los ciegos salen al encuentro de Jesús, son ellos los que lo buscan a pesar de sus limitaciones. Tal vez hubiese sido más fácil aceptar la ceguera y seguir viviendo como si nada pasara, resignados a vivir con sus limitaciones y defectos; tal vez hubiesen evitado la humillación de reconocer en público sus defectos e insuficiencias. Sin embargo, los dos ciegos decidieron ir con Jesús y rogarle que los sanara.

2. Creer que Él puede curarme.

Dios se fija ante todo en los corazones. Para Jesús hubiese sido más fácil haberlos curado inmediatamente después de su petición, sin necesidad de otra cosa sino sus palabras: «quedad curados». Sin embargo, Jesús sabe que la ceguera más fuerte no es la física, sino aquella del corazón. El Señor reconoció que estos dos ciegos necesitaban dar un salto de fe que les permitiera creer y ver las maravillas que Dios puede hacer. Él se dio cuenta que, más que sus ojos, eran sus corazones los que no podían ver.

Es en intuición divina en la que se pone la pregunta que Dios les hace a los dos ciegos: «¿Creen?», y la respuesta milagrosa: «Hágase en ustedes según su fe». Cristo sabía que lo único que estos hombres necesitaban para ser curados era abrir sus corazones a la gracia que mana sin cesar de la fuente del Amor. Para que se realizara el milagro sólo bastaba que abrieran los ojos del alma.

«Para hacer resplandecer la luz de Cristo, todos tenemos el deber de combatir cualquier corrupción espiritual, que es peor que la caída de un pecador, porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas sutiles de autorreferencialidad, ya que “el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz”».
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de diciembre de 2018).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy voy a dedicar cinco minutos de oración en los que voy a examinar si hay algo en mi corazón que no me permite ver bien en mi vida (mi relación con Dios y con los demás), una pelea, un miedo, un apego desordenado. Luego le pediré a Dios que me sane y me dé los medios para sanar esa «ceguera».

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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