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11:39 p.m.


Por: H. Jesús Salazar, LC | Fuente: www.somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Sube, Señor, en mi barca para que tomes el control de mi vida. Ayúdame a cumplir la misión que me pides.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11

En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la Palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar”. Simón replicó: “Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra echaré las redes”. Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.

Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: “¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!”. Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro, al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Entonces Jesús le dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Luego llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Multitudes iban a escuchar a Jesús con atención y Él anunciaba a todos la alegría del Reino. Pero de todos los que se encontraban en ese lugar ese día, Jesús se fijó en Simón que estaba ahí porque ese era su lugar de trabajo de todos los días.

Quizás Simón, a pesar de estar ahí por «casualidad», era el que más necesitaba a Jesús y de quien Jesús también necesitaba. Simón estaba agobiado por su trabajo, no había pescado nada en toda la noche y estaba cansando, desilusionado. Jesús, que conoce nuestro corazón, al ver eso no se quedó en el plano de la necesidad humana del trabajo, sino que vio más en profundidad. Lo vio, lo amo y lo llamó para una misión.

Pedro tomó una decisión que parecía ilógica, decidió confiar en un advenedizo que ni siquiera era pescador y le dijo: En tu nombre, Señor, echaré las redes. En ese momento Jesús subió a la barca y ocurrió el milagro más grande, un cambio de corazón por el encuentro personal con el Señor. La sobreabundancia de peces era algo sin importancia para Pedro, tanto así que dejó de inmediato lo único que tenía para sobrevivir.

El Señor cuando se cruza en nuestro camino no lo hace por casualidad, nos conoce, nos ama y nos tiene una misión. Quiere sanar nuestro corazón y hacernos infinitamente felices a su lado. La pregunta es, ¿lo dejas subir a tu barca? Echa las redes y verás qué bueno es el Señor. El trabajo, estudios y cosas de todos los días se vuelven algo extraordinario en lo ordinario cuando dejamos que el Señor sea el que dirija nuestra barca.

«Esta es la motivación, la fuerza de toda nuestra vida religiosa y también de nuestra acción con los jóvenes: llevarlos a Dios. Ante la tentación de la resignación, en la pastoral juvenil y vocacional se os pide la audacia evangélica y la vocación para echar las redes, aunque no parezca el tiempo o la hora más oportunos. Frente a una vida somnolienta, adormecida y cansada, se os pide que estéis despierto para poder despertar; se os pide que seáis profetas de esperanza y novedad, profetas de alegría con vuestra propia vida».
(Discurso de S.S. Francisco, 15 de junio de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Intentaré escuchar la voz de Dios en una decisión que parezca ilógica ante los ojos del mundo, pero que traerá paz a mi alma.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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10:54 p.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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_”Verbum Spei”_
_”Palabra de Esperanza”_
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*22° Jueves Tiempo Ordinario*
*El Evangelio de hoy*
*Lucas 5, 1-11*

En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar”. Simón replicó: “Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra echaré las redes”. Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: “¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!” Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro, al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Entonces Jesús le dijo a Simón: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Luego llevaron las barcas a tierra, y dejándolo todo, lo siguieron.

*Reflexión*
Hoy se tiene la tentación de pensar que la Palabra de Dios, lo que leemos en el Evangelio, o en general, en la Sagrada Escritura, tiene el mismo valor que la que está escrito en cualquier otro libro. Hoy, Pedro, un experimentado pescador, se pone a escuchar lo que para un hombre de su experiencia resultaría una ilógica petición, la cual proviene de un carpintero. Sin embargo, la Escritura nos dice que antes de invitar a Pedro a pescar, Jesús había predicado a los que se reunieron en torno a la barca.
Seguramente que lo que escuchó Pedro de labios de Jesús, lo animó a intentar una acción fuera de toda lógica dentro de su oficio. El resultado: una gran pesca. Pedro, entonces, a pesar de ser un hombre experimentado reconoce que la Palabra de Jesús no es como la de cualquier hombre. Y a pesar de ser un experto en la materia se deja conducir por la palabra del Maestro.
Debemos, pues, por un lado, escuchar más seguido y con mucha atención la Palabra de Jesús que tenemos en los evangelios y, por otro lado, reconocer que esa palabra no es la de cualquier hombre, no es simplemente la palabra del Carpintero de Nazaret, sino que es la palabra de Dios, la cual tiene poder. Date tiempo para leer la Sagrada Escritura y aprende a dejarte conducir por ella.
(Evangelización Activa)

*Oración*
Señor Jesús, dame la sabiduría que viene de ti, la necesito para poder discernir lo correcto en cada situación de mi día a día, para poder aconsejar a mis semejantes y poder instaurar tu Reino en este mundo. Cambia mi mente y pon en cambio la tuya. Amén.

*Acción*
Hoy voy a leer y meditar el capítulo 9 del libro de Sabiduría.
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_”Nuntium Verbi Dei”_
_“Mensaje de la palabra de Dios”_
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