SANTO ROSARIO CON LETANÍAS - LUNES Y SÁBADO - MISTERIOS GOZOSOS

Por: H. Francisco J. Posada, LC | Fuente: www.somosrc.mx
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor que cada día me conozca más para poder reconocerte en mi vida.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco millones; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.
El que recibió cinco millones fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un millón hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.
Se acercó el que había recibido cinco millones y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco millones me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.
Se acercó luego el que había recibido dos millones y le dijo: ‘Señor, dos millones me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor'.
Finalmente, se acercó el que había recibido un millón y le dijo: ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu millón bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo’.
El señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle el millón y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene. Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dios nos colma de bendiciones en nuestra vida y algunos son talentos que Él nos da, con el pasar del tiempo empezamos a descubrir cuales son y para qué nos los dio. La misión a la que Dios nos llama es personal, adecuada a cada persona porque somos únicos e irrepetibles. Durante el proceso de descubrimiento, para ver qué es lo que Dios quiere y cómo lo quiere, nos encontramos con que es una cosa de toda la vida porque somos un misterio para nosotros mismos y como misterio debemos seguir profundizando en nosotros mismos a la luz de Dios en nuestras vidas.
Una vez que hayamos encontrado la misión que está en nosotros comenzamos una nueva etapa en nuestra vida sabiendo que Dios es nuestro creador y sabe lo que necesitamos, con su ayuda y nuestro esfuerzo cotidiano podemos hace nuestra misión como Él quiere y tendremos un gran sentido de felicidad porque haremos lo que Él nos dijo.
«La parábola del Evangelio nos habla precisamente de dones. Nos dice que somos destinatarios de los talentos de Dios, “cada cual según su capacidad”. En primer lugar, debemos reconocer que tenemos talentos, somos “talentosos” a los ojos de Dios. Por eso nadie puede considerarse inútil, ninguno puede creerse tan pobre que no pueda dar algo a los demás. Hemos sido elegidos y bendecidos por Dios, que desea colmarnos de sus dones, mucho más de lo que un papá o una mamá quieren para sus hijos. Y Dios, para el que ningún hijo puede ser descartado, confía a cada uno una misión».
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de noviembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pedirle a Dios que me ilumine para conocer y aceptar la misión que Él tiene para mí.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
_”Verbum Spei”_
_”Palabra de Esperanza”_
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*21° Sábado Tiempo Ordinario*
*El Evangelio de hoy*
*Mateo 25, 14-30*
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco millones; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.
El que recibió cinco millones fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un millón hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.
Se acercó el que había recibido cinco millones y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco millones me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado”. Su señor le dijo: “Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor”.
Se acercó luego el que había recibido dos millones y le dijo: “Señor, dos millones me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado”. Su señor le dijo: “Te felicito siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor”.
Finalmente, se acercó el que había recibido un millón y le dijo: “Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu millón bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”.
El señor le respondió: “Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle el millón y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene.
Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación” “.
*Reflexión*
Encontrar buenas razones para no trabajar puede resultar fácil, pero al final las consecuencias, como en este caso, pueden ser catastróficas, sobre todo, cuando se refiere a trabajar en la construcción del Reino.
Viendo una sociedad en la cual el Evangelio no es, ni en mucho ni en poco, la regla de vida, viene a nuestra mente el pensar: ¿Qué ha pasado? ¿Por qué después de más de dos mil años desde que se inició la construcción del Reino vivimos todavía en un mundo sin Reino? La respuesta es simple: No han habido suficientes personas que se interesen en ello. Todo se lo dejamos a los sacerdotes, a los religiosos y esperamos sentados a que todo en el mundo cambie. Recordemos que la responsabilidad que Jesús nos encargó es la de “anunciar el Evangelio” y esto, como claramente lo han expresado todos los santos Padres y los sumos Pontífices, es una responsabilidad que compete a todos.
A cada uno de nosotros, Dios nos ha dado una serie de talentos, de dones para que su Palabra sea conocida. Cierto que puede ser que a unos más y a otros menos, pero aun el que menos ha recibido tiene, como mínimo, su vida, que ha de ser testimonio e invitación para que otros sigan el camino de Jesucristo. A éstos, a los que creen que no tienen nada, a los que sólo les ha dado un carisma, esos son los que deben preocuparse y ponerlo a trabajar, pues en la hora en que regrese Jesús no habrá excusas, sólo resultados.
Pon al servicio del Señor, al servicio del Evangelio, tus bienes, tus dones, todo lo que has recibido de él, para que puedas oír de Jesús: “Te felicito siervo bueno y fiel, entra a tomar parte en la alegría de tu Señor”.
(Evangelización Activa)
*Oración*
Señor Jesús, que este día tengamos el valor de salir de nosotros para correr el riesgo de hacer la inversión de nosotros mismos en beneficio del pueblo y del crecimiento de tu reino. Amén.
*Acción*
Hoy pediré la gracia de poner mis talentos al servicio de mis hermanos.
_”Nuntium Verbi Dei”_
_“Mensaje de la palabra de Dios”_