Ártículos Más Recientes

10:45 a.m.


¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor ha retirado las sentencias que pesaban sobre ti y ha expulsado a tus enemigos. El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti: ya no temerás ningún mal. Aquel día, se dirá a Jerusalén: ¡No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos! ¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un guerrero victorioso! El exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su amor y lanza por ti gritos de alegría, como en los días de fiesta. Yo aparté de ti la desgracia, para que no cargues más con el oprobio.

10:45 a.m.


Este es el Dios de mi salvación: yo tengo confianza y no temo, porque el Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación. Ustedes sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación. Y dirán en aquel día: Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, anuncien entre los pueblos sus proezas, proclamen qué sublime es su Nombre. Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso: ¡que sea conocido en toda la tierra! ¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel!

10:45 a.m.


María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz". Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre". María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

10:45 a.m.


“¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” Estas palabras: “¿Quién soy yo para merecer este favor?”no son signo de ignorancia, como si Isabel, llena del Espíritu Santo no supiera que la Madre del Señor había venido a ella por voluntad de Dios. He aquí el significado de estas palabras: “¿Qué he hecho de bien? ¿En qué mis obras son suficientemente importantes para que la Madre del Señor venga a verme? ¿Acaso soy una santa? ¿Qué perfección, qué fidelidad interior me han merecido este favor, una visita de la Madre del Señor?” “Porque en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.” Había sentido que el Señor había venido para santificar a su siervo incluso antes de su nacimiento. ¡Que pueda llegar a ser tratado de loco por los que no tienen fe por haber creído en tales misterios!… Porque lo que es considerado locura por estas personas, para mí es causa de salvación. En efecto, si el nacimiento del Salvador no hubiera sido celestial y bendito, si no hubiera tenido nada de divino y superior a la naturaleza humana, jamás su doctrina no hubiera llegado a toda la tierra. Si en el seno de María no hubiera habido más que un hombre y no el Hijo de Dios, ¿cómo se hubiera podido hacer que en aquel tiempo, y todavía hoy, sean curadas toda clase de enfermedades, no sólo del cuerpo, sino también del alma?... Si recogemos todo lo que se ha narrado de Jesús, podemos constatar que todo lo que se ha escrito referente a él es considerado divino y digno de admiración, porque su nacimiento, su educación, su poder, su Pasión, su resurrección no son tan sólo hechos que tuvieron lugar en aquel tiempo: todavía actúan hoy en nosotros.

Hermanos Franciscanos

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