Ártículos Más Recientes

10:42 a.m.


Una vez más, el Señor habló a Ajaz en estos términos: «Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas». Pero Ajaz respondió: «No lo pediré ni tentaré al Señor.» Isaías dijo: «Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios?. Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel. Hagan un proyecto: ¡fracasará! Digan una palabra: ¡no se realizará! Porque Dios está con nosotros.

10:42 a.m.


Tú no quisiste víctima ni oblación; pero me diste un oído atento; no pediste holocaustos ni sacrificios, entonces dije: «Aquí estoy». entonces dije: «Aquí estoy». entonces dije: “Aquí estoy. En el libro de la Ley está escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón». Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, Tú lo sabes, Señor. No escondí tu justicia dentro de mí, proclamé tu fidelidad y tu salvación, y no oculté a la gran asamblea tu amor y tu fidelidad.

10:42 a.m.


Hermanos: Es imposible que la sangre de toros y chivos quite los pecados. Por eso, Cristo, al entrar en el mundo, dijo: "Tú no has querido sacrificio ni oblación; en cambio, me has dado un cuerpo. No has mirado con agrado los holocaustos ni los sacrificios expiatorios. Entonces dije: Aquí estoy, yo vengo -como está escrito de mí en el libro de la Ley- para hacer, Dios, tu voluntad." El comienza diciendo: Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios, a pesar de que están prescritos por la Ley. Y luego añade: Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad. Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo. Y en virtud de esta voluntad quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre.

10:42 a.m.


El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin". María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?". El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios". María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.

10:42 a.m.


Contemplad a María, amados míos, y ved cómo Gabriel entró donde estaba ella y la objeción que le puso: «¿Cómo será eso?». El servidor del Espíritu Santo le dio esta respuesta: «Eso es fácil para Dios; para él todo es sencillo.» Considerad como ella creyó en la palabra que había escuchado y dijo: «Aquí está la esclava del Señor.» En aquel momento el Señor descendió de una manera sólo conocida por él; se puso en movimiento y vino como le plugo; entró en ella sin que ella lo sintiera, y ella lo acogió sin experimentar ningún sufrimiento. Llevaba en ella, como niño, el que llena el mundo. Descendió para ser el modelo que renovaría la antigua imagen de Adán. Por eso, cuando se te anuncia el nacimiento de Dios, guarda silencio. Que tengas presente en tu espíritu la palabra de Gabriel, porque no hay nada imposible a esta gloriosa Majestad que se abajó por nosotros y nació de nuestra humanidad. Por eso cuando recibas el anuncio del nacimiento de Dios, guarda silencio. Que tengas la palabra de Gabriel presente en tu espíritu, puesto que no hay nada imposible a esta gloriosa Majestad que por nosotros se abajó y nació de nuestra humanidad. En este día María se convierte para nosotros en el cielo que lleva a Dios, porque la Divinidad sublime ha descendido y ha establecido en ella su morada. Dios se hace pequeño en ella –aunque conservando su naturaleza- para hacernos grandes a nosotros. En ella nos ha tejido un vestido con el cual nos salvaría. En ella se han dado cumplimiento todas las palabras de los profetas y de los justos. Desde ella se levantó la luz que ha disipado las tinieblas del paganismo. Son numerosos los títulos de María...: es el palacio en el que habita el poderoso Rey de reyes, pero que no ha dejado igual que cuando vino a él, porque es de ella de quien ha tomado carne y ha nacido. Ella es el cielo nuevo en el que habita el Rey de reyes; de ella salió Cristo y de ella subió al cielo para iluminar la creación, formada y modelada a su imagen. Ella es la cepa de la vid que lleva el racimo; ella ha dado un fruto superior a la naturaleza; y él, aunque difiere de ella en naturaleza, se ha revestido de su color naciendo de ella. Ella es la fuente de la que han manado las aguas vivas para los sedientos, y para los que en ella apagan su sed dando frutos al cien por uno.

Hermanos Franciscanos

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