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11:21 a.m. ,


¿Quieres conocerme más? Soy el padre Adolfo Güémez, LEGIONARIO DE CRISTO. La Legión de Cristo es una congregación religiosa a la cual fui llamado a mis 19 años, atraído por su espiritualidad cristocéntrica, llena de amor a María y a la Iglesia, fidelidad al Papa y un fuerte anhelo de que Cristo Reine en el corazón de los hombres, de las familias y de la sociedad. ¿Deseas saber más de los Legionarios de Cristo? http://legionariosdecristo.org/ ¿Sientes un posible llamado a la vocación en la Legión de Cristo? http://legionariosdecristo.org/ser-legionario/ ¿Te gustaría conocer y/o participar de este carisma desde tu vocación laical? http://www.regnumchristi.org/es/contacto/ SUSCRÍBETE A MI CANAL DE YOUTUBE: http://bit.ly/2iqfI8r @padolfolc www.padreadolfo.com


10:50 a.m.


Hermanos: Dios no ha sometido a los ángeles el mundo venidero del que nosotros hablamos. Acerca de esto, hay un testimonio que dice: "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que te ocupes de él? Por poco tiempo lo pusiste debajo de los ángeles y lo coronaste de gloria y esplendor. Todo lo sometiste bajo sus pies". Si Dios le ha sometido todas las cosas, nada ha quedado fuera de su dominio. De hecho, todavía no vemos que todo le está sometido. Pero a aquel que fue puesto por poco tiempo debajo de los ángeles, a Jesús, ahora lo vemos coronado de gloria y esplendor, a causa de la muerte que padeció. Así, por la gracia de Dios, él experimentó la muerte en favor de todos. Convenía, en efecto, que aquel por quien y para quien existen todas las cosas, a fin de llevar a la gloria a un gran número de hijos, perfeccionara, por medio del sufrimiento, al jefe que los conduciría a la salvación. Porque el que santifica y los que son santificados, tienen todos un mismo origen. Por eso, él no se avergüenza de llamarlos hermanos, cuando dice: "Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea".

10:50 a.m.


¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra! Tú, que afirmaste tu majestad sobre el cielo, ¿Qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor; le diste dominio sobre la obra de tus manos. Todo lo pusiste bajo sus pies. Todos los rebaños y ganados, y hasta los animales salvajes; las aves del cielo, los peces del mar y cuanto surca los senderos de las aguas.

10:50 a.m.


Entraron en Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre. Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!". Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.

10:50 a.m.


Jesús entró en la sinagoga de Cafarnaún y se puso a enseñar. La gente estaba admirada de su enseñanza porque Jesús hablaba “no como los escribas, sino como un hombre que tiene autoridad”. Por ejemplo, él no decía: “¡Palabra del Señor!” o bien: “Así se expresa el que me ha enviado”. No; Jesús hablaba en nombre propio: era él quien, antiguamente, hablaba por la voz de los profetas. Ya es una gran cosa poder decir, apoyándose sobre un texto, “Está escrito...” Pero es todavía mejor poder proclamar, en nombre del mismo Señor, “¡Palabra del Señor!”. Pero es muy diferente poder afirmar , como lo hacía Jesús en persona, “¡En verdad, os lo declaro!...” ¿Cómo te atreves tú a decir: “¡En verdad, yo os lo declaro!”  si tú de ninguna manera eres aquel que en otro tiempo ha dado la Ley y hablado por los profetas?... “La gente estaba asombrada por su enseñanza.” ¿Qué tenía, pues, de tan original eso que enseñaba? ¿Qué decía que fuera tan novedoso? No hacía otra cosa que volver a repetir lo que ya había declarado por la voz de los profetas. Pero la gente estaba admirada porque no enseñaba siguiendo el método de los escribas. Enseñaba de forma que mostraba que era él mismo quien poseía autoridad; no como rabino, sino como Señor. No hablaba refiriéndose a uno mayor que él. No, la palabra que decía era suya; y si, a fin de cuentas, tenía este lenguaje de autoridad, es porque afirmaba como presente a Aquel del cual había hablado a través de los profetas: “¡Yo, el que os hablaba, aquí me tenéis!” (Is 52,6)

Hermanos Franciscanos

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