Ártículos Más Recientes

11:09 a.m.
Todas las tribus de Israel se presentaron a David en Hebrón y le dijeron: "¡Nosotros somos de tu misma sangre! Hace ya mucho tiempo, cuando aún teníamos como rey a Saúl, eras tú el que conducía a Israel. Y el Señor te ha dicho: "Tú apacentarás a mi pueblo Israel y tú serás el jefe de Israel". Todos los ancianos de Israel se presentaron ante el rey en Hebrón. El rey estableció con ellos un pacto en Hebrón, delante del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel. David tenía treinta años cuando comenzó a reinar y reinó cuarenta años. En Hebrón reinó siete años y seis meses sobre Judá, y en Jerusalén, treinta y tres años sobre todo Israel y Judá. El rey avanzó con sus hombres sobre Jerusalén, contra los jebuseos que habitaban en el país. Pero estos dijeron a David: "Tú no entrarás aquí. Los ciegos y los inválidos bastarán para impedírtelo". Con esto querían decir: "David nunca podrá entrar aquí". Sin embargo, David conquistó la fortaleza de Sión, es decir, la Ciudad de David. Así David se iba engrandeciendo cada vez más, y el Señor, el Dios de los ejércitos, estaba con él.

11:09 a.m.
Tú hablaste una vez en una visión y dijiste a tus amigos: “Impuse la corona a un valiente, exalté a un guerrero del pueblo. «Encontré a David, mi servidor, y lo ungí con el óleo sagrado, para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga poderoso.» Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán, su poder crecerá a causa de mi Nombre: extenderé su mano sobre el mar y su derecha sobre los ríos.

11:09 a.m.
Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: "Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los Demonios". Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: "¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre". Jesús dijo esto porque ellos decían: "Está poseído por un espíritu impuro".

11:09 a.m.
Los milagros de Cristo eran para manifestar su divinidad; ahora bien, ésta debía permanecer oculta a los demonios, de no ser así hubiera impedido el misterio de la Pasión: “Si lo hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria” (1C 2,8). Parece, pues, que Cristo no debía hacer milagros sobre los demonios… Sin embargo, el profeta Zacarías había predicho estos prodigios, diciendo: “Quitaré del país al espíritu impuro” (Za 13,2). En efecto, los milagros de Cristo eran pruebas en favor de la fe que él mismo enseñaba. Ahora bien, por el poder de su divinidad ¿no debía él abolir en los hombres que creerían en él el poder de los demonios, según la palabra de san Juan: “Ahora el Príncipe de este mundo es echado fuera?” (Jn 12,31). Convenía, pues, que en otros milagros, Cristo liberara de los demonios a los hombres que estaban poseídos por él… Por otra parte, escribe san Agustín, “Cristo se dejó conocer por los demonios cuando lo quiso, y lo quiso cuando fue necesario… para ciertos efectos materiales de su poder”. Viendo sus milagros, el demonio llegó a creer, por conjeturas,  que Cristo era el Hijo de Dios: “Los demonios sabían que era el Hijo de Dios” dice san Lucas. Si confesaban que era el Hijo de Dios “era por conjetura más que por certeza real” señala san Beda. En cuanto a los milagros que Cristo realizó expulsando demonios, no los hizo para su utilidad, sino con el fin de que los hombres dieran gloria a Dios. Por eso no dejaba que los demonios hablaran de lo que concierne a su alabanza. San Juan Crisóstomo hace esta observación: “No era conveniente que los demonios se atribuyeran la gloria del papel de los apóstoles, ni que una lengua mentirosa predicara el misterio de Cristo”.

11:25 p.m.

Por: H. José Romero, L.C. | Fuente: missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, hoy vengo ante Ti para encontrarme contigo. Quiero estar atento para escuchar lo que me quieres decir. Eres mi Creador y mi Padre. Tú sabes cuánto te necesito y cuánto quiero seguirte. Ayúdame porque yo solo nada puedo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20

Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio”

Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¡Dios es una persona! No es una especie de niebla que se mueve alrededor de nosotros sin saber lo que es, ¡no! Dios es una persona que está constantemente pasando por la orilla del mar que llamamos vida. Jesús nos está viendo y nos invita a ir con Él.

Dios hace una invitación personal. Dios todopoderoso camina y va hacia donde estamos para pedir. Nos pide que vayamos con Él, que estemos con Él, y espera nuestra repuesta para seguir caminando, espera nuestro sí para ser su discípulo.

Los apóstoles nos dan un ejemplo de cómo debemos responderle a Jesús. No es un sí que se queda en palabras, incluso no vemos el sí de ellos, vemos el sí de la acción. Porque se le responde a Cristo con un sí de amor, nuestra repuesta no ha de ser una palabra sino un amar.

Solamente este sí de amor es posible darlo cuando nos encontramos con Él, cuando lo vemos pasando por nuestra vida diciéndonos "Venid conmigo", porque sólo con el encuentro con Él podemos ser sus discípulos; sólo con el encuentro con Cristo podemos ser discípulos del Amor que regala amor.

Veamos a ese mendigante de amor y empecemos a amarle, digamos un sí real, un sí que sobrepasa las palabras y llega a ser amor, para que sean dos personas las que caminan en la orilla del mar que llamamos vida.

Pensemos en tantos hijos e hijas de vuestro pueblo: en los mártires, que han hecho resplandecer la fuerza inerme del Evangelio; en las personas sencillas y también extraordinarias que han sabido dar testimonio del amor del Señor en medio de grandes pruebas; en los anunciadores mansos y fuertes de la misericordia, como san Juan Pablo II y santa Faustina. A través de estos "canales" de su amor, el Señor ha hecho llegar dones inestimables a toda la Iglesia y a toda la humanidad.
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de julio de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Pensaré qué quiere Dios de mí, hoy y esforzarme por hacer su voluntad.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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