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2:11 a.m.
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                *“Verbum Spei”*
         _“Palabra de Esperanza”_
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*24° Sábado Tiempo Ordinario*
*El Evangelio de hoy*
*Lucas 8, 4-15*

En aquel tiempo, mucha gente se había reunido alrededor de Jesús, y al ir pasando por los pueblos otros más se le unían. Entonces les dijo esta parábola:
“Salió un sembrador a sembrar su semilla. Al ir sembrando, unos granos cayeron en el camino, la gente los pisó y los pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, y al brotar, se secaron por falta de humedad. Otros cayeron entre espinos, y al crecer éstos, los ahogaron. Los demás cayeron en tierra buena, crecieron y produjeron el ciento por uno”. Dicho esto, exclamó: “El que tenga oídos para oír, que oiga”.
Entonces le preguntaron los discípulos: “¿Qué significa esta parábola?” Y él les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer claramente los secretos del Reino de Dios; en cambio, a los demás sólo les hablo en parábolas para que viendo no vean y oyendo no entiendan.
La parábola significa esto: la semilla es la Palabra de Dios. Lo que cayó en el camino representa a los que escuchan la palabra, pero luego viene el diablo y se la lleva de sus corazones, para que no crean ni se salven. Lo que cayó en terreno pedregoso representa a los que, al escuchar la palabra la reciben con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre espinos representa a los que escuchan la palabra, pero con los afanes, riquezas y placeres de la vida se van ahogando y no dan fruto. Lo que cayó en tierra buena representa a los que escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia”.

*Reflexión:*
Sólo para ilustrar el efecto que tiene en nosotros la palabra de Dios, piensa por un momento y trata de recordar cuáles fueron las lecturas del Domingo pasado. La gran mayoría de los cristianos que asisten a misa no recuerdan absolutamente nada, ni siquiera la misma homilía. Esto significa que la semilla esparcida se la comieron los pájaros.
Esto es lo que tiene a nuestro cristianismo católico sumido en la tibieza, esta es la razón de que no haya fruto en la vida de tantos cristianos: los pájaros se comen la semilla apenas salen de la celebración Eucarística. No tiene ni siquiera sentido el pensar en todas las demás causas por las que no da fruto la Palabra de Dios en los corazones de los hermanos. Esto, en gran parte, se debe a que vamos a misa sin Biblia y dentro de la celebración no tomamos ninguna. Esto hace que con facilidad el diablo venga y saque de nuestro corazón la semilla sembrada en la misa.
Los católicos somos los únicos cristianos que vamos a la celebración dominical sin Biblia, que la tomamos sólo como un compromiso dominical pero no como una fuente de enseñanza y de crecimiento espiritual. Te invito a llevar tu Biblia a la misa, a seguir las lecturas con ella y a tomar algún apunte y a revisarlo y cotejarlo con tu Biblia durante la semana. De esta manera será muy difícil que el diablo pueda sacar la Palabra de tu corazón.
(Evangelización Activa).

*Oración:*
Señor Jesús, yo sé que en mi vida y mi familia, no todo es tierra buena; tu sabes que soy camino donde tus palabras muchas veces no penetran, ayúdame a ser tierra buena y que tú seas mi sembrador. Amén.

*Acción:*
Hoy voy a buscar que la gracia de Dios no pase de largo en mi vida buscando mantenerme unido a Jesús, por medio de la confesión sacramental.
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      *“Nuntium Verbi Dei”*
_“Mensaje de la palabra de Dios”_
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11:24 p.m.

Por: H. Rubén Tornero, L.C. | Fuente: missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, te doy las gracias por el inmenso amor que me tienes. Gracias porque en tus brazos tengo un lugar donde siempre puedo volver. Gracias, porque a pesar de mi debilidad, a pesar de mis pecados, Tú nunca has dejado de amarme ni me has abandonado. Siempre has estado a mi lado, en las buenas y en las malas. Gracias porque incluso cuando con mis palabras, pecados o actitudes te he dicho que me dejaras en paz,aun cuando me he olvidado de Ti, Tú nunca me has retirado tu amor ni has apartado tu amorosa mirada que me sigue y protege a donde quiera que voy. Gracias, Jesús.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 8,4-15

En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: "Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto el ciento por uno." Dicho esto, exclamó: "El que tenga oídos para oír, que oiga."

Entonces le preguntaron los discípulos: "¿Qué significa esa parábola?" Él les respondió: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús, hoy me dices que el sembrador salió a sembrar. Tú eres el divino sembrador que todos los días quieres venir a mi alma.

Te agradezco, amado Jesús, todo lo que haces por mí.

Yo sé que en mi alma no todo es tierra buena. Sabes que soy camino donde tus palabras muchas veces no penetran por causa de la rutina y que el enemigo termina arrebatándomelas.

Soy terreno pedregoso, lleno de inconstancia, pronto para hacer propósitos, pero tardo para cumplirlos y mantenerlos.

Soy una maraña de espinas donde tantas cosas me preocupan e inquietan y tengo muy poco tiempo para pensar en Ti… para hablar contigo. Y cuando por fin encuentro tiempo para Ti, la mayoría de las veces no hago más que pedirte.

Gracias, porque a pesar de todo, nunca has cesado de trabajar pacientemente mi alma. Tú sueñas con convertirme en un hermoso huerto… a mí que soy sólo tierra árida. Tú no me abandonas. Nunca lo harás. Saldrás cada mañana con el mismo amor, con la misma confianza de la primera vez. Harás todo lo que esté de tu parte para transformar mi corazón. No te darás por vencido. ¡Cuánto me amas Jesús! Gracias por todo tu amor.

Intentemos imaginarlo: un terreno pedregoso es un terreno "donde no hay mucha tierra", por lo que la semilla germina, pero no consigue echar raíces profundas. Así es el corazón superficial, que acoge al Señor, quiere rezar, amar y dar testimonio, pero no persevera, se cansa y no "despega" nunca. Es un corazón sin profundidad, donde las piedras de la pereza prevalecen sobre la tierra buena, donde el amor es inconstante y pasajero. Pero quien acoge al Señor solo cuando le apetece, no da fruto.
(Homilía de S.S. Francisco, 16 de julio de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy voy a buscar que la gracia de Dios no pase de largo en mi vida buscando mantenerme unido a Jesús.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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