Ártículos Más Recientes

11:03 a.m.
Hermanos: Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra. Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria. Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una forma de idolatría. Estas cosas provocan la ira de Dios. Ustedes mismos se comportaban así en otro tiempo, viviendo desordenadamente. Pero ahora es necesario que acaben con la ira, el rencor, la maldad, las injurias y las conversaciones groseras. Tampoco se engañen los unos a los otros. Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras y se revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador. Por eso, ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos.

11:03 a.m.
Señor, día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. ¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza: su grandeza es insondable! Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. Así manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino: Tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones.

11:03 a.m.
Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: «¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas! Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!»

11:03 a.m.
Es importante captar bien el secreto del gozo insondable que es propio de Jesús y del cual está lleno...  Si Jesús irradia una tal paz, una tal seguridad, una tal alegría, una tal disponibilidad, es por el amor inefable que siente al ser amado por su Padre. En el momento de su bautismo a orillas del Jordán, este amor, presente desde el primer instante de su encarnación, se manifestó: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto” (Lc 3,22). Esta certeza es inseparable de la conciencia de Jesús. Es una presencia que jamás le deja solo (Jn 16,32). Es un conocimiento íntimo que le llena: “El Padre me conoce y yo conozco al Padre” (Jn 10,15). Es un intercambio incesante y total: “Todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío” (Jn 17,10)... “Tú me has amado antes de la fundación del mundo” (Jn 17,24). Hay ahí una relación incomunicable de amor que se confunde con la existencia de Hijo y que es el secreto de la vida trinitaria: en ella el Padre aparece como el que se da al Hijo sin reserva ni intermitencia, en un impulso de generosidad gozosa, y el Hijo, el que se da al Padre de la misma manera, con un impulso de gratitud gozosa, en el Espíritu Santo. Y he ahí que los discípulos y todos los que creen en Cristo, son llamados a participar de este gozo. Jesús quiere que tengan en ellos mismos su gozo y plenitud (Jn 17,13): “Les he dado a conocer tu Nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, como también yo estoy en ellos” (Jn 17,26). Este gozo de permanecer en el amor de Dios comienza ya aquí abajo. Es el gozo del Reino de Dios. Pero se concede a lo largo de un camino escarpado, que pide una confianza total en el Padre y en el Hijo, y una preferencia por el Reino. El mensaje de Jesús promete, ante todo, el gozo, este gozo exigente; ¿no es este el que comienza con las Bienaventuranzas? “Dichosos los pobres, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque os alegraréis”.

11:29 p.m.

Por: H. Javier Castellanos, L.C. | Fuente: missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Tú me llamas por mi nombre, Señor, y me escoges para colaborar en tu misión. Tú me llamas amigo y me haces partícipe de tu propia vida. Habla a mi corazón, te pido; permíteme escuchar tus enseñanzas y comprender tu mensaje. Así, con tu ayuda y la fuerza del Espíritu Santo, podré ser un apóstol de tu Reino en este día. Así sea.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 6, 12-19

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y se pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, y les dio el nombre de apóstoles, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

 Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.  

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cristo transformó a doce hombres. Cuando lo conocieron, eran unos simples "discípulos", personas que escuchaban la doctrina de Jesús y aprendían cosas nuevas sobre el Reino de los cielos. Poco tiempo después, Cristo los miró a los ojos, los escogió de entre el grupo y los nombró "apóstoles". Y esto es más que un simple cambio de palabras.

Apóstol significa caminar por el mundo en nombre de Jesús. Las doce personas que Cristo seleccionó estaban marcadas por una misión especial. Sabían que en cualquier momento les tocaría su parte en el proyecto, y tenían que prepararse bien para arrimar el hombro cuando hiciera falta. Lo que vieron hacer a Cristo ese día tenía ya un tono de luz distinto: ahora era un campo de acción, consistía en abrir los ojos anta situaciones y problemas reales para colaborar en afrontarlos. Como discípulos eran sólo un "club de fans"; pero como apóstoles se convertían en aprendices de una tarea crucial en la sociedad: anunciar el Evangelio con obras. Pedro, Santiago y los otros diez debieron sentirse honrados de ser parte de algo tan grande pero, al mismo tiempo, habrán sentido el peso de lo que se les venía encima. Tarde o temprano ellos mismos enseñarán a las gentes, expulsarán demonios, curarán enfermedades y consolarán a tanta gente en necesidad.

Yo también soy cristiano. Yo también llevo en la sangre una porción de discípulo, pero también una porción grande de apóstol. Cristo hoy me mira y me escoge, llamándome por nombre y apellido; me llama a ayudarle en medio de mi comunidad, parroquia, equipo de trabajo y grupo de amigos.

Mi fe no es teoría de libro o curiosidad de revista; debe ser fuego que me empuja a una misión muy concreta. Ser cristiano significa aprender de Cristo a abrir los ojos ante las necesidades del mundo, para poder colaborar en la misión que Jesús me comparte: dar gloria al Padre y extender su Reino, sirviendo a los hombres y mujeres que encuentro en mi camino.

Instituyó, pues, a los Doce, y los nombra uno tras otro. Jesús, entre tanta gente que lo seguía -nos dice el evangelio- "llamó a sí a los que quería". Hay una elección: Jesús eligió a los que él quería, instituyó a Doce. Que llamó apóstoles. Había otros: estaban los discípulos, y el evangelio habla de setenta y dos, en una ocasión. Pero estos eran otra cosa. Los Doce son instituidos para que estén con él y para mandarlos a predicar con el poder de expulsar los demonios. Es el grupo más importante que Jesús eligió, para que estuvieran con él, más cercanos, y para mandarlos a predicar el Evangelio. Y con el poder de expulsar los demonios, también añade Marcos. Los Doce son los primeros obispos, el primer grupo de obispos.
(Homilía de S.S. Francisco. 29 de enero de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy me informaré de la situación de mi parroquia o diócesis, para poder rezar por ella o colaborar en lo que haga falta.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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