Ártículos Más Recientes

11:44 p.m.

Por: H. Iván Yoed González Aréchiga, L.C. | Fuente: missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, he aprendido que la fe crece pidiéndola y transmitiéndola. Y Tú nos dices "pidan y se les dará". Por eso vengo hoy a decirte: ¡Aumenta mi fe para creer en Ti!

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 6, 6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: "Levántate y ponte ahí en medio". Él se levantó y se quedó en pie. Jesús les dijo: "Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?" Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: "Extiende el brazo." Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Cuántas concepciones tengo de Dios?, ¿cómo lo veo? A veces lo veo como un Dios misericordioso, otras veces como un Dios paciente. Lo veo como un Dios justo pero compasivo, un Dios que es todo amor. Y me parece, sobre todo, un Dios que no reclama, que no dice mucho o que es incluso silencioso.

Pues bien, aquí me confronto con una cara distinta de Dios, que viene y me interpela. Sí, a veces es bueno mirar a la bondad de Dios que jamás se cansa, mirar a la clemencia que jamás se agota. Pero, ¿es que a un niño siempre se le trata así? Quien sabe educar, sabe que al niño no siempre debe concedérsele todo, que no siempre le ayuda la condescendencia. Puede parecer virtud por parte del de la madre, del padre o del tutor, pero en realidad es ingenuidad.

El corazón de toda persona necesita tanto de momentos en que pueda ejercer su libertad sin ninguna coacción, como también de momentos en que se le interpele. En pocas palabras, qué bien me hace cuando me dirigen un "¿qué haces?", "¡abre los ojos!", "¡piensa en tus hijos!", "¡no vayas por ahí!" o también "¡qué bien lo hiciste!", "¡sigue así!", "no te des por vencido", "mira a tu futuro"… Somos humanos. Necesitamos de otros. Y Cristo era muy humano.

Hoy la pregunta se dirige a los fariseos. Podemos llamarla una pregunta "retórica". Una pregunta que va más allá de la sola respuesta. Una pregunta que busca sacudir. Dios viene a presentárseme hoy, sí, como justo, misericordioso y todo amor; pero especialmente como Padre que me busca interpelar. Y ¡cómo lo necesito!

El único camino para vencer el mal es la misericordia. La justicia es necesaria, cómo no, pero ella sola no basta. Justicia y misericordia tienen que caminar juntas. ¡Cómo quisiera que todos nos uniéramos en oración unánime, implorando desde lo más profundo de nuestros corazones, que el Señor tenga misericordia de nosotros y del mundo entero!
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de septiembre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Cuando acuda a la Santa Misa buscaré abrir el corazón para escuchar la voz de Dios en las lecturas, en el sermón, dejando que me interpele.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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10:52 a.m.
Ahora me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. En efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque de acuerdo con el plan divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra de Dios, el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria contiene para los paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos en la verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo. Por esta razón, me fatigo y lucho con la fuerza de Cristo que obra en mí poderosamente. Sí, quiero que sepan qué dura es la lucha que sostengo por ustedes, por los de Laodicea y por tantos otros que no me conocen personalmente. Mi deseo es que se sientan animados y que, unidos estrechamente en el amor, adquieran la plenitud de la inteligencia en toda su riqueza. Así conocerán el misterio de Dios, que es Cristo, en quien están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.

10:52 a.m.
Otro sábado, entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: "Levántate y quédate de pie delante de todos". El se levantó y permaneció de pie. Luego les dijo: "Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada. Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.

10:52 a.m.
La mano que Adán había alargado para coger el fruto del árbol prohibido, el Señor la impregnó de la savia saludable de las buenas obras, a fin de que, secada por la falta, fuera curada por las buenas obras. En esta ocasión Jesús acusa a sus adversarios que, con su falsas interpretaciones, violaban los preceptos de la Ley; ellos defendían que en día de sábado era preciso no hacer ni tan sólo buenas obras, siendo así que la Ley, que prefiguraba en el presente lo que debía ser en el futuro, dice, ciertamente, que es el mal el que no debe trabajar, pero no el bien... Has oído las palabras del Señor: «Extiende el brazo». Este es el remedio para todos. Y tú que crees tener sana la mano, vigila la avaricia, vigila que el sacrilegio no la paralice. Extiéndela a menudo: extiéndela hacia el pobre que te suplica, extiéndela para ayudar al prójimo, para socorrer a la viuda, para arrancar de la injusticia al que ves sometido a una vejación inmerecida; extiéndela hacia Dios por tus pecados. Es de esta manera que se extiende la mano; es de esta manera que sana.

Hermanos Franciscanos

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