Ártículos Más Recientes

11:40 p.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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                *“Verbum Spei”*
         _“Palabra de Esperanza”_

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*20° Viernes Tiempo Ordinario*
*El Evangelio de hoy*
*Mateo 22, 34-40*

En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”
Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas”.

*Reflexión:*
Siempre me ha parecido interesante que siendo el primero y el más importante de los mandamientos el “amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente” sean muy pocas las personas que acuden al sacramento de la reconciliación a reconocer que han fallado a este mandamiento.
Ciertamente, como dice Jesús, al fallar a cualquiera de los otros mandamientos estamos fallando a estos dos, sin embargo, esto puede ser un indicativo de qué lugar ocupa Dios en nuestro corazón y la relación que llevamos con él.
Si haces un recuento de las últimas veces en que has acudido al sacramento, te darás cuenta de que la mayoría de las veces, éste está ocupado con alguna “falta recurrente”, que es el pecado que está distrayendo tu atención de la santidad, además habrás expuesto una serie de imperfecciones relacionadas con tu carácter y con el trato con los demás, pero sería bueno que tu próxima reconciliación sacramental la iniciaras diciendo: “Padre, me arrepiento de no amar a Dios con todo mi corazón, por ello no he orado lo suficiente y esto ha hecho que mi vida no se transforme; esto me ha llevado a pecar contra…”
Cuando reconocemos que nuestra principal falta es no amar lo suficiente a Dios, inmediatamente nos daremos cuenta de cuál o cuáles son las causas de esto. Si nos ponemos a trabajar en ellas veremos que nuestras demás faltas irán desapareciendo de nuestra vida.
(Evangelización Activa).

*Oración:*
Señor Jesús, amigo mío; Quiero poner toda mi vida aquí y quiero comenzar de nuevo. Comenzaré a caminar contigo, a tu lado. Muchas veces soy yo quien camino solo, pienso que puedo llevar toda la carga por mí mismo y me doy cuenta que no puedo, que necesito de Ti. Amén.

*Acción:*
Hoy visitaré algún familiar o conocido que esté solo o triste. Voy a llevarle algún detalle que le pueda alegrar y, si es prudente, lo invitaré a rezar conmigo.
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      *“Nuntium Verbi Dei”*
_“Mensaje de la palabra de Dios”_
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11:40 a.m.
Durante el tiempo de los Jueces hubo una gran sequía en el país, y un hombre de Belén de Judá emigró a los campos de Moab, con su mujer y sus dos hijos. Al morir Elimélec, el esposo de Noemí, ella se quedó con sus hijos. Estos se casaron con mujeres moabitas - una se llamaba Orpá y la otra Rut - y así vivieron unos diez años. Pero también murieron Majlón y Quilión, y Noemí se quedó sola, sin hijos y sin esposo. Entonces se decidió a volver junto con sus nueras, abandonando los campos de Moab, porque se enteró de que el Señor había visitado a su pueblo y le había proporcionado alimento. Ellas volvieron a prorrumpir en sollozos, pero al fin Orpá despidió a su suegra con un beso, mientras que Rut se quedó a su lado. Noemí le dijo: "Mira, tu cuñada regresa a su pueblo y a sus dioses; regresa tú también con ella". Pero Rut le respondió: "No insistas en que te abandone y me vuelva, porque yo iré adonde tú vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Así regresó Noemí con su nuera, la moabita Rut, la que había venido de los campos de Moab. Cuando llegaron a Belén, comenzaba la cosecha de la cebada.

11:40 a.m.
Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob y pone su esperanza en el Señor, su Dios: él hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. Él mantiene su fidelidad para siempre, hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos, Abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados, el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados. El Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. ¡Aleluya!

11:40 a.m.
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?". Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".

11:40 a.m.
Ámate tal cual Aquel que te ha amado te ha hecho. Despréciate tal como tú te has hecho. Sométete a Aquel que está por encima de ti. Desprecia lo que está por debajo de ti. Ámate de la misma manera que te ha amado Aquel que se entregó por ti. Despréciate  por haber despreciado eso que Dios ha hecho y ha amado en ti... ¿Quieres tener siempre a Dios en tu espíritu? Mírate tal como Dios te ha hecho. No busques ser otro que tú mismo, no quieras ser otro que ese que Dios te ha hecho. De esta manera tendrás siempre a Dios en tu espíritu.

Hermanos Franciscanos

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