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1:34 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount


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               *”Verbum Spei”*

        _”Palabra de Esperanza_
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*2° Domingo de Pascua*

*El Evangelio de hoy*

*Juan 20, 19-31*
Al anochecer del día de la resurrección estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos por miedo a los judíos se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Dicho esto les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor se llenaron de alegría. 

De nuevo les dijo Jesús: «La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado así también los envío yo». Después de decir esto sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen les quedarán sin perdonar».

Tomás uno de los Doce a quien llamaban el Gemelo no estaba con ellos cuando vino Jesús y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado no creeré».

Ocho días después estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Luego le dijo a Tomás: «Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano métela en mi costado y no sigas dudando sino cree». Tomás le respondió: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús añadió: «Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto».

Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías el Hijo de Dios y para que creyendo tengan vida en su nombre.
*Reflexión*

Cuando vemos de nuevo a alguien que amamos, nos alegramos. Nos alegramos porque creíamos que estaba perdido, o creíamos que había dejado de amarnos. Pero cuando lo vemos de nuevo sentimos su amor, nos trasmite su paz, su espíritu, su presencia confortadora y protectora. 

Esto es lo que les pasó a los discípulos de Jesús. Cuando ellos mismos ven al Señor se llenan de alegría, porque vuelven a creer en él, a confiar en él, a recibir su paz y su espíritu. Es la fe en Jesús la que les llena de alegría, la que les da paz, confianza, fuerza y valor para seguir viviendo como auténticos creyentes. 

Tomás cuando vio de nuevo a Jesús también él se llenó de alegría, recibió su espíritu y creyó firmemente en él. ¡Señor mío y Dios mío! ¿Y nosotros? ¿Nuestra fe en Jesús nos hace alegres, fuertes de espíritu, apóstoles valientes y decididos anunciadores del evangelio, de la buena nueva, que Jesús vino a traer al mundo, vino a traernos a nosotros? Es posible que todos nosotros, en estos momentos, tengamos dentro de nosotros a algún Tomás. Con el termómetro de nuestra alegría y de nuestra paz interior y espiritual examinemos nuestra fe en Jesús.
*Oración*

Señor Jesús, creo pero aumenta mi fe, para que te sepa descubrirte en todos los momentos de mi vida. Acrecienta mi confianza para que no me deje seducir por cosas pasajeras, que se acaban, que defraudan. Amén.
*Acción:*

Me detendré un momento a contemplar un crucifijo y agradeceré a Dios el amor que me tiene.

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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11:26 p.m.

Por: H. Cristian Gutiérrez LC | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Gracias, Dios mío, por el don de la vida. Gracias por permitirme entrar en tu presencia y estar a tu lado. Necesito de Ti, Señor. Mira que mi vida sin Ti carece de sentido. Aumenta mi fe para que te sepa descubrir en todos los momentos de mi vida. Acrecienta mi confianza para que no me deje seducir por cosas efímeras, que se acaban, que defraudan. Foguea mi amor para que te ame siempre con más pasión y pueda así ser un apóstol infatigable de tu Reino.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 20, 19-31

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.

De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".

Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto".

Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Las llagas en este pasaje tienen un lugar privilegiado. Al llegar al cenáculo, después de saludar, lo primero que haces es mostrar tus manos y tu costado. Muestras tus heridas. Es así como los apóstoles te reconocen y se llenan de alegría.

De hecho, Tomás pide como señal para creer el meter los dedos en las llagas de tus manos, y su mano en tu costado. Sin hacer eso, él no creerá en tu resurrección. ¿Qué había en aquellas llagas que permitió que los discípulos te conocieran y creyeran en Ti? ¿Por qué quisiste conservar las llagas en tu cuerpo glorioso y resucitado? ¿Por qué invitas a Tomás a tocar tus heridas para que pase de ser incrédulo a creyente?

Era tanto el amor que te había llevado a la cruz, que no quisiste se borraran de tu cuerpo las señales de este amor. Entonces, cuando los discípulos tocan tus llagas, en realidad tocan tu amor. Tocar tus llagas es una experiencia personal de tu amor por mí.

Yo también necesito, Señor, sentirme amado por Ti. Necesito una experiencia de tu amor. Y por ello me presentas tus llagas. Tocar, mirar, besar tus heridas, es tocar, mirar y besar el amor que me ha salvado; es el símbolo de reconocimiento del amor por mí. Cuando sienta que nadie me ama, me sienta solo, abandonado, es entonces cuando puedo acudir a Ti y mirar tus llagas, porque ellas son la muestra del amor más grande; el que te llevó a dar tu vida por mí.

Permíteme, Señor, tocar tus llagas, no con la incredulidad de Tomás, sino con la fe con la que tal vez María Santísima las tocó. Déjame meter los dedos de mi fe en las heridas de tus manos y meter la mano de mi amor en la llaga de tu costado para así lograr una experiencia profunda de Ti y de tu amor.

Cada uno de nosotros guarda en el corazón una página personalísima del libro de la misericordia de Dios: es la historia de nuestra llamada, la voz del amor que atrajo y transformó nuestra vida, llevándonos a dejar todo por su palabra y a seguirlo. Reavivemos hoy, con gratitud, la memoria de su llamada, más fuerte que toda resistencia y cansancio. Demos gracias al Señor continuando con la celebración eucarística, centro de nuestra vida, porque ha entrado en nuestras puertas cerradas con su misericordia; porque, como a Tomás, nos da la gracia de seguir escribiendo su Evangelio de amor.
(Homilía de S.S. Francisco, 30 de julio de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Me detendré un momento a contemplar un crucifijo y agradeceré a Dios el amor que me tiene.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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11:33 a.m.
Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. Intimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse.

11:33 a.m.
Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! Que lo diga la familia de Aarón: íes eterno su amor! Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor! Me empujaron con violencia para derribarme, pero el Señor vino en mi ayuda. El Señor es mi fuerza y mi protección; él fue mi salvación. Un grito de alegría y de victoria resuena en las carpas de los justos. “La mano del Señor hace proezas, La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él.

Hermanos Franciscanos

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