Ártículos Más Recientes

11:11 a.m.
¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti! Porque las tinieblas cubren la tierra y una densa oscuridad, a las naciones, pero sobre ti brillará el Señor y su gloria aparecerá sobre ti. Las naciones caminarán a tu luz y los reyes, al esplendor de tu aurora. Mira a tu alrededor y observa: todos se han reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos. Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón, porque se volcarán sobre ti los tesoros del mar y las riquezas de las naciones llegarán hasta ti. Te cubrirá una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Todos ellos vendrán desde Sabá, trayendo oro e incienso, y pregonarán las alabanzas del Señor.

11:11 a.m.
Para que gobierne a tu pueblo con justicia y a tus pobres con rectitud. Que en sus días florezca la justicia y abunde la paz, mientras dure la luna; que domine de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra. Que los reyes de Tarsis y de las costas lejanas le paguen tributo. Que los reyes de Arabia y de Sebá le traigan regalos; que todos los reyes le rindan homenaje y lo sirvan todas las naciones. Porque él librará al pobre que suplica y al humilde que está desamparado. Tendrá compasión del débil y del pobre, y salvará la vida de los indigentes.

11:11 a.m.
Hermanos: Seguramente habrán oído hablar de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes. Fue por medio de una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal como acabo de exponérselo en pocas palabras. que no fue manifestado a las generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas. Este misterio consiste en que también los paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio.

11:11 a.m.
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo". Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. "En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel". Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: "Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje". Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.

11:11 a.m.
«¡Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha venido tu luz!». Sí, ciertamente, la luz había venido; estaba en el mundo, y el mundo había sido hecho por ella, pero el mundo no la conoció. Había nacido el niño, pero no era conocido hasta que este día de luz comienza a revelarle... ¡Levantaos, los que estáis sentados en las tinieblas! Dirigios hacia esta luz: se ha levantado en medio de las tinieblas, pero las tinieblas no la han podido atrapar. Acercadla y seréis iluminados; en su luz veréis la luz, y se dirá de vosotros: «Antes estabais en las tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor» Mirad: la luz eterna se ha acomodado a vuestros ojos para que aquél que habita en una luz inaccesible pueda ser captado por vuestros ojos débiles y enfermos. ¡Descubrid la luz en una lámpara de arcilla, el sol en la nube, Dios en un hombre, en el pequeño vaso de arcilla de vuestro cuerpo, el resplandor de la gloria y el rayo de la luz eterna!... Te damos gracias, Padre de las luces, por habernos llamado de las tinieblas a tu luz admirable... Sí, la verdadera luz, es más, la vida eterna es conocerte a ti, el único Dios y a tu enviado Jesucristo... Ciertamente, te conocemos por la fe, y la tenemos como prenda segura de que un día te conoceremos en la visión. Hasta que llegue ese día, auméntanos la fe. ¡Condúcenos, bajo la moción de tu Espíritu, de fe en fe, de claridad en claridad, para que cada día penetremos más y más en las profundidades de la luz! Que la fe nos conduzca al cara a cara y, como la estrella, nos guíe hasta nuestro jefe nacido en Belén...       ¡Qué gozo, qué exultación tendrá la fe de los magos cuando verán reinar en la Jerusalén de arriba a aquél que adoraron cuando chillaba en Belén! Aquí lo han visto en una casa de pobres; allá le verán en el palacio de los ángeles. Aquí, en pañales; allá, en el esplendor de los santos. Aquí, en el seno de su madre; allá, sobre el trono de su Padre.

11:45 p.m.

Por: H. Hiram Galán LC | Fuente: www.missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, quiero descansar en tu corazón misericordioso, el vacío consume mi corazón y las tensiones me roban la paz. Déjame estar junto a Ti, en la paz de tu amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 1, 43-51

En aquel tiempo, determinó Jesús ir a Galilea, y encontrándose a Felipe, le dijo: “Sígueme”. Felipe era de Betsaida, la tierra de Andrés y de Pedro.

Felipe se encontró con Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José”. Natanael replicó: “¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?” Felipe le contestó: “Ven y lo verás”.

Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: “Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?” Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Son palabras fuertes que despiertan el asombro y la curiosidad de cualquiera que las escucha. Cuánta gente solamente se dirige a Dios para pedirle milagros. Realmente vivimos en una sociedad en la cual incluso nuestra fe, tiene un sentido utilitarista.

Es decir, me acuerdo de practicar mi fe, sólo en los momentos de necesidad, sólo cuando necesito «un milagro». Jesús, me duele aceptarlo, pero cuántas veces descubro que mi relación contigo es utilitarista o interesada. Veo con frecuencia que mi corazón busca tus consuelos y tus bendiciones, y aunque sé que no está mal, creo que me pierdo más en los milagros de Dios que en el Dios de los milagros.

Me paso la vida pidiendo bendiciones, gracias, incluso milagros. Olvido que el milagro más grande es tu presencia viva y real en la Santa Eucaristía.  Ese milagro de amor, en el que Tú, mi Dios, te has hecho tan pequeño, indefenso, humilde, tan sólo para estar junto a mí.  Concédeme, Señor, amarte por lo que eres, por ser mi Dios y Señor y no por lo que me das. Enamora mi alma, Jesús, pues esta sed de felicidad y amor infinito sólo Tú la puedes saciar.

«Hay que tener siempre abiertas las puertas del consuelo porque Jesús quiere entrar por ahí: por el Evangelio leído cada día y llevado siempre con nosotros, la oración silenciosa y de adoración, la Confesión y la Eucaristía. A través de estas puertas el Señor entra y hace que las cosas tengan un sabor nuevo. Pero cuando la puerta del corazón se cierra, su luz no llega y se queda a oscuras. Entonces nos acostumbramos al pesimismo, a lo que no funciona bien, a las realidades que nunca cambiarán. Y terminamos por encerrarnos dentro de nosotros mismos en la tristeza, en los sótanos de la angustia, solos. Si, por el contrario, abrimos de par en par las puertas del consuelo, entrará la luz del Señor.»
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de octubre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Realizaré una visita al Santísimo Sacramento, con la conciencia de que Jesús estará allí escuchándome y esperándome para realizar verdaderos milagros en mi alma.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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