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11:23 p.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount


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               *”Verbum Spei”*

        _”Palabra de Esperanza”_

       

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*4° Lunes Adviento*

*El Evangelio de hoy*

*Lucas 1, 5-25*
Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una descendiente de Aarón, llamada Isabel. Ambos eran justos a los ojos de Dios, pues vivían irreprochablemente, cumpliendo los mandamientos y disposiciones del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos, de avanzada edad.

Un día en que le correspondía a su grupo desempeñar ante Dios los oficios sacerdotales, le tocó a Zacarías, según la costumbre de los sacerdotes, entrar al santuario del Señor para ofrecer el incienso, mientras todo el pueblo estaba afuera, en oración, a la hora de la incensación.

Se le apareció entonces un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y un gran temor se apoderó de él. Pero el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre de Juan. Tú te llenarás de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al Señor; irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la cordura de los justos y prepararle así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo”.

Pero Zacarías replicó: “¿Cómo podré estar seguro de esto? Porque yo ya soy viejo y mi mujer también es de edad avanzada”. El ángel le contestó: “Yo soy Gabriel, el que asiste delante de Dios. He sido enviado para hablar contigo y darte esta buena noticia. Ahora tú quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo”.

Mientras tanto, el pueblo estaba aguardando a Zacarías y se extrañaba de que tardara tanto en el santuario. Al salir no pudo hablar y en esto conocieron que había tenido una visión en el santuario. Entonces trató de hacerse entender por señas y permaneció mudo.

Al terminar los días de su ministerio, volvió a su casa. Poco después concibió Isabel, su mujer, y durante cinco meses no se dejó ver, pues decía: “Esto es obra del Señor. Por fin se dignó quitar el oprobio que pesaba sobre mí”.

*Reflexión:*

Este pasaje, leído en este tiempo, nos invita a reflexionar sobre nuestra fe. En él, leemos la falta de fe que manifiesta Zacarías ante la promesa de tener un hijo. Parecería que Zacarías, hombre dedicado al culto de Dios y versado en la Escritura, no supiera que Dios es Todopoderoso y que es capaz de hacer eso y mucho más, pues para él nada es imposible.

Valdría, entonces, la pena revisar ¿cómo está nuestra fe ante la fiesta que nos preparamos a celebrar? ¿Podríamos decir que nosotros sí creemos que Dios está con nosotros, que nos acompaña, que nos asiste? ¿Creemos que la Navidad es el evento por el cual Jesús, el Hijo de Dios se encarna y pone su tienda entre nosotros?

¿Será verdad que nosotros los cristianos verdaderamente creemos que Dios es infinitamente poderoso como para hacer que nuestra vida pueda mantener la paz y la alegría a pesar de las dificultades de esta vida? ¿O será quizás que precisamente por esta falta de fe que el cristianismo permanece mudo? Se acerca la fiesta del Nacimiento de Jesús, no dejemos pasar la oportunidad de crecer en la fe. No permitamos que nuestro activismo, propio de este tiempo, nos prive de la oportunidad para reflexionar y orar. 

(Evangelización Activa).

*Oración:*

Señor, libérame de aquellos malos hábitos que me esclavizan, quiero sentir la gloriosa libertad de los hijos de Dios en todos los aspectos de mi vida; muéstrame el camino para modificar esas costumbres que me alejan de ti y de mis hermanos. Te lo pido por el gran amor que me tienes. Amén.
*Acción:* 

Hoy haré una lista de los hábitos negativos que están afectando mi vida espiritual, buscaré alguna actividad que los sustituya y trabajaré arduamente para superarlos.

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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11:19 a.m.
Había un hombre de Sorá, del clan de los danitas, que se llamaba Manóaj. Su mujer era estéril y no tenía hijos. El Angel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: «Tú eres estéril y no has tenido hijos, pero vas a concebir y a dar a luz un hijo. Ahora, deja de beber vino o cualquier bebida fermentada, y no comas nada impuro. Porque concebirás y darás a luz un hijo. La navaja nunca pasará por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno materno. El comenzará a salvar a Israel del poder de los filisteos». La mujer fue a decir a su marido: «Un hombre de Dios ha venido a verme. Su aspecto era tan imponente, que parecía un ángel de Dios. Yo no le pregunté de dónde era, ni él me dio a conocer su nombre. Pero me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo. En adelante, no bebas vino, ni comas nada impuro, porque el niño estará consagrado a Dios desde el seno de su madre hasta el día de su muerte".» La mujer dio a luz un hijo y lo llamó Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a actuar sobre él en el Campamento de Dan, entre Sorá y Estaol.

11:19 a.m.
Sé para mí una roca protectora, Señor, tú que decidiste venir siempre en mi ayuda, porque tú eres mi Roca y mi fortaleza. Líbrame, oh Dios, de la mano del impío, de las garras del malvado y del violento, Porque tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud. En ti me apoyé desde mis primeros pasos, tú me atrajiste desde el seno de mi madre, y para ti va siempre mi alabanza. Vendré a celebrar las proezas del Señor, evocaré tu justicia, que es sólo tuya. Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud, y hasta hoy he narrado tus maravillas.

11:19 a.m.
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón. Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada. Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso. Entonces se le apareció el Angel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero el Angel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto". Pero Zacarías dijo al Angel: "¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada". El Angel le respondió: "Yo soy Gabriel , el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia. Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo". Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. El se expresaba por señas, porque se había quedado mudo. Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa. Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses. Ella pensaba: "Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres".

11:19 a.m.
El nacimiento de Juan está lleno de milagros. Un arcángel ha anunciado la venida de nuestro Señor y Salvador; de la misma manera un arcángel anuncia el nacimiento de Juan. «Estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre». El pueblo, no reconocía a nuestro Señor que hacía  «signos y prodigios» y curaba sus enfermedades, pero Juan, ya desde el seno materno exulta de gozo. Al llegar la madre de Jesús, no pudiéndose contener, intenta ir a su encuentro. «En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre» (Lc 1,44). Estando todavía en el seno de su madre, Juan había ya recibido el Espíritu Santo...      Seguidamente dice la Escritura «convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios». Juan convertirá a «muchos»; El Señor, no a muchos sino a todos. En efecto, esta era su obra, llevar al mundo entero hasta Dios, el Padre.      «Irá delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías»... Como en todos los profetas, había en Elías poder y espíritu... El Espíritu que se había posado sobre Elías, vino sobre Juan y el poder que moraba en Elías, vino sobre él. El primero fue transportado al cielo (2R 2,11) pero el segundo ha sido el precursor del Señor, y murió antes que él para descender hasta el país de los muertos y anunciar allí su venida.

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