Ártículos Más Recientes

11:14 a.m.
El Angel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero, en medio de la plaza de la Ciudad. A ambos lados del río, había arboles de vida que fructificaban doce veces al año, una vez por mes, y sus hojas servían para curar a los pueblos. Ya no habrá allí ninguna maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la Ciudad, y sus servidores lo adorarán. Ellos contemplarán su rostro y llevarán su Nombre en la frente. Tampoco existirá la noche, ni les hará falta la luz de las lámparas ni la luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y ellos reinarán por los siglos de los siglos. Después me dijo: "Estas palabras son verdaderas y dignas de crédito. El Señor Dios que inspira a los profetas envió a su mensajero para mostrar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto. ¡Volveré pronto! Feliz el que cumple las palabras proféticas de este Libro".

11:14 a.m.
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva! ¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos con música al Señor! Porque el Señor es un Dios grande, el soberano de todos los dioses: en su mano están los abismos de la tierra, y son suyas las cumbres de las montañas; suyo es el mar, porque él lo hizo, y la tierra firme, que formaron sus manos. ¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:

11:14 a.m.
Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre".

11:14 a.m.
   Ora antes de que descanse tu cuerpo en la cama. Y luego, a medianoche, levántate, lávate las manso con agua y ora. Y si tu mujer está presente, orad los dos juntos. Si ella, por lo contrario, no es todavía creyente, retírate a otra habitación para orar, luego, vuelve a tu cama. No seas remiso en la oración... Hay que orar en esta hora de la noche porque nuestro padres antiguos, de quienes hemos recibido esta tradición, nos enseñaron que en esta hora toda la creación descansa un instante para alabar al Señor. Las estrellas, los árboles y las aguas se detienen un instante y todos los coros de los ángeles que sirven a Dios lo alaban en esta hora junto con los justos. Por esto, los creyentes se apresuran a orar en esta hora.      Dando testimonio de todo esto, el Señor dijo: “A medianoche se oyó un grito: -Ya está ahí el esposo, salid a su encuentro.-“ (Mt 25,6) Y continúa diciendo: “Así, pues, vigilad, porque no sabéis el día ni la hora.” (Mt 25,13) Al canto del gallo, en la madrugada, cuando te levantes, ¡ora también!

Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.