Ártículos Más Recientes

11:03 a.m.
Pero ¡qué importa! Después de todo, de una u otra manera, con sinceridad o sin ella, Cristo es anunciado, y de esto me alegro y me alegraré siempre. Porque sé que esto servirá para mi salvación, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo. Así lo espero ansiosamente, y no seré defraudado. Al contrario, estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo. Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si la vida en este cuerpo me permite seguir trabajando fructuosamente, ya no sé qué elegir. Me siento urgido de ambas partes: deseo irme para estar con Cristo, porque es mucho mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que permanezca en este cuerpo. Tengo la plena convicción de que me quedaré y permaneceré junto a todos ustedes, para que progresen y se alegren en la fe. De este modo, mi regreso y mi presencia entre ustedes les proporcionarán un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús.

11:03 a.m.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".

11:03 a.m.
El que se prefiere a sí mismo no puede amar a Dios; pero el que no se prefiere a sí mismo a causa de las riquezas superiores de la caridad divina, éste ama a Dios. Por eso un hombre tal no busca jamás su propia gloria, sino la de Dios; porque el que se prefiere a sí mismo busca su propia gloria. El que prefiere a Dios ama la gloria de su creador. En efecto, es propio de un alma interior y amiga de Dios el buscar constantemente la gloria de Dios en todos los mandamientos que cumple, y gozar en su propia humillación. Porque, el hecho de su grandeza, la gloria es propia de Dios, y propia al hombre, su humillación; por este medio llega a ser familiar de Dios. Si actuamos así, alegrándonos de la gloria del Señor, a ejemplo de san Juan Bautista, empezaremos a decir sin parar: “Es preciso que él crezca y yo disminuya” (Jn 3,30). Conozco a uno que ama de tal manera a Dios, a pesar de que se lamenta de no amarle como querría, que su alma arde sin cesar del deseo de ver a Dios glorificado en él, y de verse a sí mismo como si no existiera. Éste hombre no sabe lo que es, aunque se le elogie de palabra; porque en su gran deseo de anonadamiento no piensa en su propia dignidad. Cumple con el servicio divino tal como es propio de los presbíteros, pero en su extrema disposición de amor por Dios, amaga el recuerdo de su propia dignidad en el abismo de su caridad para con su Dios, refugiando, en humildes pensamientos,  la gloria que sacaría para él. En todo momento, a sus propios ojos, no se tiene si no por un servidor inútil; su deseo de anonadamiento le hace vivir alejado, en cierta manera, de su propia dignidad. Eso es lo que debemos hacer también nosotros, de manera que rehusemos cualquier honor, cualquier gloria, a causa de la desbordante riqueza del amor de Aquel que tanto nos ha amado.

6:17 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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               *”Verbum Spei”*

        _”Palabra de Esperanza”_

       

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*30° Viernes Tiempo Ordinario*

*El Evangelio de hoy*

*Lucas 6, 12-19*
Por aquellos días, Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en oración con Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa, de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos. 

*Reflexión:*

Se pasó la noche en oración. ¿No es impresionante este pasaje?  Mientras todos dormían, el Hijo de Dios rezaba en la tierra. Mientras muchos se encontraban en un profundo sueño, sumidos en futuras alegrías o en preocupaciones presentes, mientras muchos temían el porvenir y otros lo anhelaban, mientras todo parecía sin movimiento, Dios rezaba.

Todo, absolutamente todo, lo colocabas en el corazón del Padre. Todo lo que había en tu corazón, lo compartías con tu Padre y Padre nuestro.

Él te fortalecía, Él era tu único sostén, tu único alimento, y Él fue quien te ayudó a concluir aquel camino estrecho de la cruz. Él, que es amor.

*Oración:*

Señor Jesús, quiero aprender de Ti. Me pregunto, ¿es la oración mi puerto seguro, mi roca, mi verdadero refugio, el lugar donde se funda cada decisión de mi vida, la ocasión para encontrarme con quién más me ama y con quien más deseo amar? Quiero aprender a ver que había en Él… Amén.
*Acción:*

Quiero aprender de un corazón que pasó tantas noches de su vida rezando a Dios. Hoy haré una visita a Cristo en la Eucaristía y pondré en sus manos aquello que sé que debo confiarle.

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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Hermanos Franciscanos

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