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12:20 a.m.
Bloch-Sermon_On_The_Mount

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               *”Verbum Spei”*

        _”Palabra de Esperanza”_

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*27° Miércoles Tiempo Ordinario*

*El Evangelio de hoy*

*Lucas 11, 1-4*
Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.

Entonces Jesús les dijo: “Cuando oren, digan:

Padre, santificado sea tu nombre,

venga tu Reino,

danos hoy nuestro pan de cada día

y perdona nuestras ofensas,

puesto que también nosotros perdonamos

a todo aquel que nos ofende,

y no nos dejes caer en tentación”.

*Reflexión:*

Esta oración, a pesar de parecer tan simple, es la oración más perfecta que existe. Sobre todo, porque nos revela que Dios es un Padre y que se comporta como tal. Por ello nos podemos acercar con toda confianza a él sabiendo que no fallará.

La Iglesia lo ha reconocido así, y por ello, recomienda que se rece tres veces al día: en la mañana como parte de las Laudes, en la Misa, y al caer la tarde como parte de las Vísperas. Esta pequeña oración bien rezada tiene una profundidad tan grande que es capaz de llevarnos incluso a las más altas contemplaciones.

El problema es que está tan desgastada que la mayoría de los cristianos la dicen de memoria y como pericos. Intenta este día rezarla en paz, con un corazón abierto al Señor y verás cómo la presencia de Dios se hace realmente fuerte en tu vida. 

(Evangelización Activa).

*Oración:*

Padre nuestro, que estás en el cielo, te pido que vengas a mi corazón; te necesito cerca de mí, para no caer en la tentación, para poder vivir auténticamente el amor, para ser un incansable y eficaz discípulo y misionero. Amén.
*Acción:*

Durante el día, ofreceré a Dios cumplir su voluntad con el rezo meditado del Padre nuestro.

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         *”Nuntium Verbi Dei”*   

_”Mensaje de la palabra de Dios”_

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11:30 p.m.

Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-4

Y sucedió que, estando Él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos. Él les dijo: Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.

Oración introductoria
Señor, creo y confío plenamente en tu misericordia ante mis debilidades. Permite que este momento de intimidad contigo sea el medio por el cual aprenda a orar, como Tú quieres que lo haga. Dame el don de tu Espíritu Santo, e inspírame lo que debo pensar, lo que debo decir y cómo debo actuar para que Tú reines en mi corazón.

Petición
Padre nuestro, que estás en el cielo, te pido que vengas a mi corazón.

Meditación del Papa Francisco
Para rezar no hay necesidad de hacer ruido ni creer que es mejor derrochar muchas palabras. No podemos confiarnos al ruido, al alboroto de la mundanidad, que Jesús identifica con “tocar la tromba” o “hacerse ver el día de ayuno”. Para rezar no es necesario el ruido de la vanidad: Jesús dijo que esto es un comportamiento propio de los paganos. La oración no es algo mágico; no se hace magia con la oración; esto es pagano.

Entonces, ¿cómo se debe orar? Jesús nos lo enseñó: Dice que el Padre que está en el Cielo “sabe lo que necesitáis, antes incluso de que se lo pidáis”. Por lo tanto, la primera palabra debe ser “Padre”. Esta es la clave de la oración. ¿Es un padre solamente mío? No, es el Padre nuestro, porque yo no soy hijo único. Ninguno de nosotros lo es. Y si no puedo ser hermano, difícilmente puedo llegar a ser hijo de este Padre, porque es un Padre, con certeza, mío, pero también de los demás, de mis hermanos. (Cf. S.S. Francisco, de 2013, homilía en Santa Marta)

Reflexión
En el mundo del deporte, además de las habilidades personales, un excelente entrenador juega un papel decisivo. Es parte de nuestra naturaleza el tener que aprender y recibir de otros. Puede parecer una limitación pero es, al mismo tiempo, un signo de la grandeza y de la maravilla del hombre.

En el Evangelio del día, los discípulos le piden a Jesús: Señor, enséñanos a orar.... La oración es el gran deporte, la gran disciplina del cristiano. Y lo diría el mismo Jesús en el huerto de Getsemaní: Vigilad y orad para que no caigáis en tentación. Él es nuestro mejor entrenador. Hoy, nos ofrece la oración más perfecta, la más antigua y la mejor: el Padre Nuestro. En ella, encontramos los elementos que deben caracterizar toda oración de una auténtico cristiano. Se trata de una oración dirigida a una persona: Padre; en ella, alabamos a Dios y anhelamos la llegada de su Reino; pedimos por nuestras necesidades espirituales y temporales; pedimos perdón por nuestros pecados y ofrecemos el nuestro a quienes nos han ofendido; y, finalmente, pedimos las gracias necesarias para permanecer fieles a su voluntad. Todo ello, rezado con humildad y con un profundo espíritu de gratitud.

Ojalá que sea, el Padre Nuestro, la oración de todas nuestras familias pero, sobre todo, el reflejo de nuestras vidas como cristianos y discípulos de Jesucristo.

Propósito
Ofrecer a Dios cumplir su voluntad con el rezo meditado del Padre nuestro.

Diálogo con Cristo
Señor, te pido que me ayudes a vivir siempre unido a Ti en mi oración, sabiendo que no es lo que diga sino cómo lo diga, lo que importa. Que mi relación contigo no se limite al tiempo que dedico a mi meditación o la celebración de la Eucaristía. Te necesito permanentemente cerca de mí, para no caer en la tentación, para poder vivir auténticamente el amor, para ser un incansable y eficaz discípulo y misionero.


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11:01 a.m.
Hermanos: Al cabo de catorce años, subí nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo a Tito. Lo hice en virtud de una revelación divina, y les expuse el Evangelio que predico entre los paganos, en particular a los dirigentes para asegurarme que no corría o no había corrido en vano. Al contrario, aceptaron que me había sido confiado el anuncio del Evangelio a los paganos, así como fue confiado a Pedro el anuncio a los judíos. Porque el que constituyó a Pedro Apóstol de los judíos, me hizo también a mí Apóstol de los paganos. Por eso, Santiago, Cefas y Juan -considerados como columnas de la Iglesia- reconociendo el don que me había sido acordado, nos estrecharon la mano a mí y a Bernabé, en señal de comunión, para que nosotros nos encargáramos de los paganos y ellos de los judíos. Solamente nos recomendaron que nos acordáramos de los pobres, lo que siempre he tratado de hacer. Pero cuando Cefas llegó a Antioquía, yo le hice frente porque su conducta era reprensible. En efecto, antes que llegaran algunos enviados de Santiago, él comía con los paganos, pero cuando estos llegaron, se alejó de ellos y permanecía apartado, por temor a los partidarios de la circuncisión. Los demás judíos lo imitaron, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por su simulación. Cuando yo vi que no procedían rectamente, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas delante de todos: "Si tú, que eres judío, vives como los paganos y no como los judíos, ¿por qué obligas a los paganos a que vivan como los judíos?".

Hermanos Franciscanos

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