Ártículos Más Recientes

11:23 a.m.
La palabra del Señor me llegó en estos términos: Hijo de hombre, tú habitas en medio de un pueblo rebelde: ellos tienen ojos para ver, pero no ven, tienen oídos para oír, pero no oyen, porque son un pueblo rebelde. En cuanto a ti, hijo de hombre, prepara tu equipaje como si tuvieras que ir al exilio, y parte en pleno día, a la vista de ellos. Emigrarás del lugar donde te encuentras hacia otro lugar, a la vista de ellos: tal vez así comprendan que son un pueblo rebelde. Sacarás tu equipaje en pleno día, a la vista de ellos, y saldrás por la tarde, también a la vista de ellos, como salen los deportados. Abrirás un boquete en el muro y saldrás por él, a la vista de ellos. Cargarás el equipaje sobre tus espaldas y saldrás cuando sea de noche, cubriéndote el rostro para no ver el país, porque yo te he convertido en un presagio para el pueblo de Israel. Yo hice exactamente lo que se me había ordenado: saqué mi equipaje en pleno día como quien parte para el exilio, y por la tarde abrí un boquete en el muro con la mano. Salí cuando estaba oscuro y cargué el equipaje sobre mis espaldas, a la vista de ellos. A la mañana, la palabra del Señor me llegó en estos términos: Hijo de hombre, ¿no te ha preguntado la casa de Israel, ese pueblo rebelde, qué es lo que estás haciendo? Diles: Así habla el Señor: Este oráculo se refiere al príncipe que está en Jerusalén y a todo el pueblo de Israel que vive en medio de ella. Diles también: Yo soy un presagio para ustedes. Lo mismo que yo hice se hará con ellos: serán deportados e irán al exilio. El príncipe que está en medio de ellos cargará el equipaje sobre sus espaldas durante la noche, y saldrá por el boquete que abrirán en el muro para hacerlo salir; y él se cubrirá el rostro, para no ver el país.

11:23 a.m.
Pero ellos tentaron e irritaron a Dios, no observaron los preceptos del Altísimo; desertaron y fueron traidores como sus padres, se desviaron como un arco fallido. Lo afligieron con sus lugares de culto, le provocaron celos con sus ídolos: Dios lo advirtió y se llenó de indignación, y rechazó duramente a Israel. entregó su Fortaleza al cautiverio, su Arca gloriosa en manos del enemigo. Entregó su pueblo a la espada, se enfureció contra su herencia;

11:23 a.m.
Se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?". Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo". El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos". Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán.

11:23 a.m.
Cada noche, antes de acostaros, debéis hacer vuestro examen de conciencia (¡porque no sabéis si al día siguiente estaréis todavía en este mundo!). Cualquiera que sea el mal que habéis hecho debéis comprometeros a repararlo si es posible. Si, por ejemplo, habéis robado alguna cosa, intentad devolverla. Si habéis ofendido a alguien, procurad excusaros lo más pronto posible. Si es imposible reparar, expresad a Dios vuestra pena y vuestro remordimiento. Es muy importante, porque debemos ser capaces de arrepentirnos para volvernos capaces de amor. Podrías decir, por ejemplo: “Señor, tengo pena por haberte ofendido  y te prometo hacer todo lo mejor que sepa para no recaer”. Entonces, de golpe, ¡qué impresión de bienestar, de liberación, de sentir el corazón purificado! Acordaos de que Dios es misericordia. Es nuestro Padre solícito, dispuesto a perdonar y olvidarlo todo, con la sola condición de que nosotros hagamos otro tanto con los que nos han hecho algún mal. Examinad, pues, el fondo de vuestro corazón para ver si no hay en él algún resentimiento escondido hacia vuestro prójimo. En efecto, ¿cómo podríamos pedir a Dios que nos perdone si no quisiéramos perdonar a los otros? Acordaos, pues, que si os arrepentís verdaderamente con corazón generoso, a los ojos de Dios vuestras faltas serán olvidadas. Él os perdonará siempre si vuestro arrepentimiento es sincero. Orad, pues, para perdonar a los que os han ofendido, para amar a los que no amáis, y sabed perdonar inmediatamente así como Dios os ha perdonado.

12:13 a.m.

Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26

En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: en verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.

Oración introductoria
Señor, ayúdame a servirte siempre y en todo. A saber vivir sostenido por tu amor, dispuesto a dejarme cribar con una confianza ilimitada en tu Providencia, por un amor apasionado y abrazado a tu cruz.

Petición
Señor, dame la generosidad para pasar mi vida sirviendo a los demás.
 

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo.

El evangelista Juan desea resaltar que ha llegado «la hora» de Jesús, la hora de su pasión-glorificación. Sólo ahora la obra de Cristo se abre a todos, cayendo todo límite que la frenaba. De ahí la metáfora del grano de trigo. Sabemos que no perece todo, pero tiene que ser sepultado, enterrado para producir vida nueva.

Jesús ha de morir si quiere «llevar fruto», si ha de tener éxito; pero también esa muerte será fecunda. La muerte de Jesús es la muerte de la que procede todo «fruto». De ahí que se designe como una muerte salvadora, como una muerte de la que brota la vida eterna, «la vida otra». En todo caso, la imagen del «producir fruto» ha de mantener la mayor apertura posible.

Jesús nos presenta, una sencilla parábola pero con un gran significado, la rutina de una semilla, una forma simple para comunicarse con la gente. Y como con las palabras no podía convencerlos suficientemente, se vale de un ejemplo, porque el trigo da mucho más fruto después que muere. «Y si esto sucede en las semillas, con mayor razón en Mí.» (Crisóstomo).

La gente conoce el recorrido de la semilla, desde los recovecos del suelo que la asfixia, la pudre y allí muere, pero con gran asombro, aparece viva sobre los surcos y se convierte en una dorada espiga con muchos granos nuevos. En otras palabras, la semilla muere sola y resucita multiplicando sus frutos. Nuestro Señor Jesucristo, «murió solo y resucito acompañado de muchos». (San Beda)

Jesús nos invita a seguirle en esa entrega total. Nos invita a tener una actitud de confianza completa y sin reservas a la salvación del reinado de Dios.

Esta actitud y conducta nos la enseña Jesús no sólo con palabras sino con su misma vida, muerte y resurrección. Recordemos las palabras de Jesús: «Nadie tiene mayor amor que quien da la vida por los que ama». El que entrega su vida por los demás, ama de veras, se olvida de su propio interés y de su propia seguridad y lucha por una vida digna y libre para todos.

El martirio de san Lorenzo sucedió en los orígenes de la Iglesia, pero siempre los mejores cristianos han dado su vida por los demás siguiendo el ejemplo de Jesús. Ahora nos toca a nosotros y nos podemos preguntar cada uno de nosotros: ¿Hasta dónde estoy dispuesto a llegar?

«Jesús usa una imagen sencilla y sugestiva, la del “grano de trigo” que, al caer en la tierra, muere para dar fruto. En esta imagen encontramos otro aspecto de la Cruz de Cristo: el de la fecundidad. La cruz de Cristo es fecunda. La muerte de Jesús, de hecho, es una fuente inagotable de vida nueva, porque lleva en sí la fuerza regeneradora del amor de Dios. Inmersos en este amor por el Bautismo, los cristianos pueden convertirse en “granos de trigo” y dar mucho fruto si, al igual que Jesús, “pierden la propia vida” por amor a Dios y a los hermanos.»

(Homilía de S.S. Francisco, 22 de marzo de 2015).

Reflexión
Jesucristo dice: "Si el grano de trigo no muere, no dará fruto". El grano que quiera seguir como grano, que le tenga miedo a la humedad, que no esté dispuesto a desaparecer como grano, ¿cómo ha de dar fruto? Si el grano muere, nacerá una nueva planta. Si es de maíz, dará muchos elotes, que tendrán muchos granos cada uno. Pero es necesario dejar de ser grano para dar todo ese fruto.

Así, Jesucristo habría de morir para darnos un gran fruto: la salvación de nuestras almas, el perdón de los pecados, la apertura nuevamente del Cielo para nosotros, la vida eterna, la gracia santificante, recobrar nuevamente la amistad con Dios. Todo ello es parte del fruto que Jesucristo dará al morir como grano de trigo en la cruz.

Luego, inmediatamente, el mismo Jesús dice: "El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna".

Estas palabras son muy importantes para un cristiano, para un verdadero seguidor de Jesucristo, para todos aquellos que quieren imitarle en sus vidas. Él nos dice que las personas que son egoístas, que piensan en su comodidad, en su bienestar, en su placer, olvidándose de los demás no obtendrán la vida eterna. Si pasarán esta vida con placer, con comodidad, cumpliéndose todos sus caprichos, pero perderán los más importante, la vida eterna. Aquél que busca lo mejor para sí mismo, que no le importa dañar a los demás, u ofenderlos, o maltratarlos con tal de lograr sus placeres no vivirá con el Señor la vida eterna. Cambia el placer que se va pronto, que dura "nada", por toda la vida eterna.

Por el contrario, quien no se interesa por los placeres, por las comodidades, por cumplir sus caprichos y egoísmos, quien piensa en los demás, se entrega por ellos y los ama, ese alcanzará lo más importante, lo que nunca ha de acabarse: la vida eterna.

Y Jesucristo que nos dice esas palabras, es el primero en darnos el ejemplo: pues Él ha de ofrecer su vida, ha de perderla, ha de morir, para darnos la vida eterna, para perdonarnos los pecados, para darnos la salvación. "El que se aborrece a sí mismo". Nuestro Señor, un verdadero ejemplo de amor por nosotros. No le importó morir, ni sufrir tanto, ni ser despreciado, abofeteado, escupido, azotado, ridiculizado, golpeado, coronado de espinas, despreciado, crucificado y ajusticiado en la cruz, con tal de buscar nuestro bien. ¡Eso es amor! ¡Eso es amar al prójimo! ¡¡Eso es vivir la ley de Dios: amar a Dios y al prójimo! Por eso nuestro Señor será capaz de decirnos: “Ámense como yo los he amado” ¡Hasta dar la vida por los demás!

Recordemos lo que decían de los primeros cristianos hace ya dos mil años: "¡Miren cómo se aman!". Los pueblos paganos quedaban maravillados por el amor con que se trataban entre sí los cristianos y el amor con que trataban a todos los demás. El verdadero cristiano ha de ser como Jesucristo: Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. ¿Acaso Jesucristo no hizo eso en la cruz por todos y cada uno de nosotros? Imitémosle.

El auténtico cristiano, el verdadero católico es quien ama al prójimo y no se preocupa de sí mismo. Tengamos cuidado de los placeres, de las comodidades, de los caprichos, de los deseos, pues lo único que hacen es convertirnos en el centro de nuestro amor: nos buscaremos a nosotros mismos.

Quien verdaderamente ama a su prójimo pensará en ellos continuamente: el esposo, en su esposa; la esposa, en el esposo; los padres, en los hijos; el ciudadano, en sus conciudadanos; el maestro, en sus alumnos;

El mundo pagano se distingue por el egoísmo. El mundo cristiano se ha de distinguir por el amor. ¿Cuál mundo estamos construyendo? ¿Soy pagano o soy cristiano? El mundo pagano termina con la muerte. El mundo cristiano empieza con la vida eterna.

Jesucristo muere en la cruz para perdonarnos los pecados, para darnos nuevamente la amistad con Dios, nos vuelve a abrir las puertas del Cielo, nos hace partícipes de la vida eterna, nos da su gracia. El Señor nos enseña: "El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna", y "Si el grano de trigo no muere, no dará fruto". El distintivo de todo verdadero cristiano es el amor.

Sabemos que por mucho tiempo que pueda vivir un hombre en la tierra, no será más que una gota en medio de la inmensidad del océano, un punto en medio de la eternidad. ¿No será preferible dejar un poco las comodidades de aquí para entrar en la eternidad por la puerta grande?

¿Cuántas veces pensamos en ella? ¿La tenemos como una realidad? ¿O sólo es algo lejano e imaginario? Los santos mártires, como San Lorenzo, nos ponen ante los ojos el valor de la vida futura. Antes de padecer los sufrimientos a los que le sometieron -ser quemado vivo- reflexionó unos instantes y optó por Cristo a pesar de todo. Porque sabía muy bien qué encontraría después de su muerte.

Propósito
Darme el tiempo para escuchar a las personas con las que convivo diariamente: oír, comprender, acompañar, sin buscar alguna ventaja personal.

Diálogo con Cristo
Generosidad, valentía, fe, perseverancia, paciencia, tenacidad, celo apostólico y humildad son las virtudes que deben abonar la semilla de mi vida, para que dé el fruto para lo cual fue creada. Señor, dame tu gracia para dejar a un lado todo lo que me aparte de cumplir tu voluntad.

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Hoy celebramos la Fiesta de San Lorenzo , diácono y mártir

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